La 7ª bienaventuranza ("los pacíficos" en mi Evangelio y en el Catecismo) es traducida por Jim Forest como "los que buscan la paz". Y es que, según él, "Entre las cosas que Cristo no dice en el Sermón de la Montaña está "Benditos los que prefieren la paz, desean la paz, esperan la paz, aman la paz o piden la paz". Su bendición se dirige a los que construyen la paz. Reclama un papel activo, no pasivo". Por ello, recuerda que Jesús a veces fue violento porque había que serlo, como al derribar las mesas de los cambistas en el Templo, y también cita la frase del Evangelio "No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz sino discordia" (Mt 10, 34).
Todo el capítulo es un gran elogio de la paz y de los que han trabajado por ella a lo largo de los siglos. Lo que más me gustó fue la historia del lobo de Gubbio, un animal terrorífico a quien San Francisco de Asís convenció para que viviese pacíficamente con los habitantes del pueblo. Desde entonces hubo paz entre ellos, y el animal vivió en la villa, alimentado por sus vecinos.
jueves, 7 de junio de 2012
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2 comentarios:
De chica sabía una poesía que contaba lo del lobo de Gubio. Ya me la olvidé.
Da igual que la olvidara, hermana: lo importante que es que, sin duda, usted trabaja por la paz desde su centro de atención a los necesitados.
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