martes, 31 de marzo de 2009

Plan E

Como las florecillas blancas de nuestros árboles primaverales, florecen en las esquinas de toda España unos cartelones gigantescos, 3 por 4 metros, patrióticos colores amarillo y rojo, del Plan E de Zapatero para el Empleo. Si te acercas y lo lees despacio, empieza lo chistoso:

“Vaciamiento de tierras y colocación de humus para poder plantar lirios. 3 meses. 18.000 €”

“Pintura y acristalamiento de la planta baja del edificio de Vivienda de Protección Oficial para poder poner un local social. 4 meses. 24.000 €”.

“Rehabilitación de la oficina de turismo de Madrid que se construyó hace un año. 5 meses. 12.000 €”.


He aquí que la crisis está costando unos 200 mil parados cada mes. El cálculo que te tienes que hacer es fácil. Cuando empezó la destrucción de empleo, en enero de 2008, muy poco antes de las elecciones, trabajábamos en España 20 millones de trabajadores. Si divides 20.000.000 entre 200.000 parados nuevos al mes, te sale que, como esto no cambie, en abril de 2016 no trabajaremos nadie-nadie en España, habremos de emigrar todos a Chile o a Argentina para salir adelante. ¿Hay sitio allí?

En su Plan E, E de Endeudamiento, el gobierno ha puesto encima de la mesa 8 mil millones de €, casi billón y medio de pesetas, fabulosa cifra, para que los Ayuntamientos hagan pequeñas obras, contraten a empresas que a su vez contraten a parados y así, mientras duren las obras, hasta el verano, baje el paro. Se espera contratar así a unos 300.000 parados. Nueva división: 8 mil millones de euros entre 300 mil parados contratados te sale a más de 26 mil euros por parado, más de 4 millones de pesetas por cada uno, por tres o cuatro meses de trabajo; si a cada trabajador se le paga, como mucho, mil euros al mes, ¿dónde va el resto del dinero? A lo mejor esos parados y los otros tres millones doscientos mil preferirían que se repartiera entre todos, para hipotecas y otros gastos urgentes, como comer.

No frivolizo: el tema es demasiado serio.

La intención del gobierno puede ser buena, no lo sé, pero ésta no es la solución: porque España no tiene ya ese dinero para gastarlo y va a incrementar la monstruosa deuda; porque es una solución de aquí a verano, pero no va a crear nuevos empleos estables; porque muchas empresas han despedido a sus trabajadores para volver a contratarles ahora; porque ya ha aparecido la corrupción, los pequeños Ayuntamientos que han adjudicado la obra, deprisa y corriendo, a empresas de amiguetes recién constituidas; porque si se invierte tanto dinero público debería ser en obras que quedaran para siempre, que generaran riqueza, como carreteras o centrales de energía; porque es sospechosa la casualidad en el calendario con las elecciones europeas de junio; porque no es de recibo que los Ayuntamientos tengan dinero nuevo para estas bobadas pero no para pagar las deudas viejas con empresas pequeñas y con profesionales, que se están ahogando.

Y por si fuera poco, vuelve a hacer frío.

viernes, 27 de marzo de 2009

Curiosidad

¿Piensas en tus lectores, en tus lectores habituales, cuando redactas tus posts? ¿Te angustias a veces pensando que no les va a gustar el post que preparas? ¿Has dejado de escribir algún post por temor a molestar a uno de tus lectores, o has moderado su contenido por esa causa? ¿Notas que escribes más sobre los temas que interesan más a la gente, sobre los temas que reciben más respuestas, y cada vez menos sobre los que tienen poco público? A causa de ello, ¿tu blog ha variado de temas respecto a los que pensaste al inaugurarlo? ¿Escribes a veces pensando en un bloglector concreto, y te sientes un poco triste si esa vez no te responde, o lo hace sin mucho interés? ¿Te has sentido a veces forzado a escribir, aunque no te apeteciese mucho, porque tu público te estaba esperando?

(Parece esto el cuestionario para preparar la confesión)

miércoles, 25 de marzo de 2009

La servilleta

Lujos de vivir solo,
de ser tu propio amo de casa:

Cojo la servilleta sucia,
la meto en la lavadora,
observo cómo da vueltas,
la saco,
huelo su suave olor a detergente,
la cuelgo fuera,
la toco de vez en cuando para ver cómo se va secando,
la retiro,
huelo su olor a aire,
la plancho con mucho cuidado sin dejar ni una arruga,
huelo su olor a limpio,
la pongo en la mesa cuando todavía está tibia,
he preparado arroz con tinta negra,
me pongo perdido,
mancho mucho la servilleta todavía caliente,
la tiro a la cesta de la ropa sucia.

(Nunca me atrevería a hacerle esto a otra persona)

domingo, 22 de marzo de 2009

Zapatero, Kosovo y el escorpión

Queridos amigos de América:

Sabed que España tiene varias misiones de paz-militares-de cooperación por varios lugares del mundo, dentro de misiones de la ONU o de la OTAN. Una de ellas es la que hay en Kosovo, una parte de Serbia, una parte de la antigua Yugoslavia, que hace un año declaró su independencia, sin que España la haya reconocido. En ese lugar hemos hecho mucho bien, ayudando a que acabara la guerra civil y a reconstruir, en parte, el país.

Sabed que ahora la ministra de Defensa, sin consultar al ministro de Exteriores ni informar a nadie, ha anunciado que España se retira, de golpe, de Kosovo. Esto ha indignado a nuestros aliados (en concreto, a Estados Unidos) y a la OTAN, y ha obligado a matizar el anuncio. Lo malo es que esto recuerda mucho, demasiado, a lo ocurrido hace 5 años, cuando Zapatero, recién nombrado, lo primero que hizo fue abandonar Irak. Es posible que aquella decisión fuera justa, pero se hizo tan deprisa, tan precipitadamente, que todos se enfadaron con él, y en concreto Bush no se lo perdonó, jamás le recibió en la Casa Blanca.

Esperemos que Obama sea menos rencoroso.

Sabed, en fin, que por este hecho y otros similares, algunos periodistas recuerdan la fábula de la rana y el escorpión. Estaba la rana junto al río y se le acercó el escorpión, que le pidió que le cruzara el río. "No, que me picarías". "Eso sería una tontería por mi parte, porque los dos nos hundiríamos". La respuesta le pareció buena a la rana, que se cargó al escorpión encima y empezó a cruzar el río. A la mitad, notó que el otro le clavaba su aguijón y le envenenaba. Mientras se hundían ambos, la rana le preguntó porqué había hecho eso. "Lo siento, no pude evitarlo, está en mi naturaleza".

Pues igual Zapatero.

viernes, 20 de marzo de 2009

La ciclista

Algunos días, mientras espero el autobús que me lleva al trabajo, pasa frente a mí una muchacha pálida, subida en su bici, deprisa. Va por el carril más lejano al mío, en sentido contrario al de mi autobús, como si fuera hacia el centro de la capital.

La muchacha ciclista es admirable por dos causas. La primera: que Madrid es una ciudad llena de cuestas, no apta para ir en bici. Esta chica va cuesta arriba, una cuesta suave, pero cuesta, cuesta durante kilómetros y kilómetros, y si quisiera llegar así hasta el centro, hasta la Puerta del Sol, varios kilómetros más, la cuesta se iría haciendo cada vez más fuerte. La segunda: porque va por el carril de los coches lentos. Supongo que la Ley le ampara, pero como muchos coches madrileños van muy deprisa, con ánimo asesino, y se adelantan unos a otros incluso por la derecha y no respetan los stops ni los semáforos, ir en bici es arriesgarse a morir brutalmente atropellada.

Si muere así y se descubre que llevó una vida virtuosa, la podríamos nombrar Patrona de los Sueños Esforzados: porque ni las cuestas ni los otros le asustan para cumplir con su sueño, su sueño de vivir en una ciudad civilizada y llana, como Amsterdam.

martes, 17 de marzo de 2009

La carta de Benedicto

Queridos amigos:

Seáis o no creyentes, quisiera recomendaros la lectura de la carta de Benedicto XVI sobre la bronca montada por el levantamiento de la excomunión a los cuatro obispos de Lefebvre. Su lectura es breve (3 páginas) y fácil, y muy interesante porque no vemos sólo al Benedicto Pontífice o al Benedicto teólogo, sino también a Benedicto hombre, enfadado, triste, que escribe con gran espontaneidad, como si apenas hubiera corregido el texto:

“A veces se tiene la impresión de que nuestra sociedad tenga necesidad de un grupo al menos con el cual no tener tolerancia alguna; contra el cual pueda tranquilamente arremeter con odio. Y si alguno intenta acercársele –en este caso el Papa– también él pierde el derecho a la tolerancia y puede también ser tratado con odio, sin temor ni reservas”.

El Papa trata tres temas. Primero, ante quienes le acusan dentro de la Iglesia de que el levantamiento de la excomunión es un paso reaccionario, contrario al Concilio Vaticano, aclara que esta gente sigue viviendo en el error (asunto “doctrinal”), que no se podrán sentir dentro de la Iglesia hasta que acaten el Concilio y el Magisterio de los Papas posteriores, y que la medida levantada (“disciplinaria”) no pretende darles la razón, sino animarles a reconsiderar su error. Segundo, ante quienes le acusan de haber dado prioridad a este asunto frente a temas más urgentes, recuerda que aquí hay metida mucha gente (la enumera: 491 sacerdotes, 215 seminaristas, ...) por la que hay que tener celo y que, además, hay que cuidar las “reconciliaciones pequeñas y medianas”, no sólo las grandes (ecumenismo). Tercero, que efectivamente fue un “desacierto” no haber investigado las opiniones previas de los obispos, y en concreto de Williamson sobre la negación del Holocausto, lo que ha llevado a una gran controversia, muy dolorosa para él: ”Me ha entristecido el hecho de que también los católicos, que en el fondo hubieran podido saber mejor cómo están las cosas, hayan pensado deberme [será “que debían”] herir [me] con una hostilidad dispuesta al ataque”.

Es hablando de este último asunto donde Benedicto tiene una salida que me ha parecido graciosa, aunque a lo mejor él la escribió sin ironía, enfadado:

“Me han dicho que seguir con atención las noticias accesibles por Internet habría dado la posibilidad de conocer tempestivamente [= “oportunamente”] el problema. De ello saco la lección de que, en el futuro, en la Santa Sede deberemos prestar más atención a esta fuente de noticias”.

Recemos para que todo le vaya bien en el viaje a África.

lunes, 16 de marzo de 2009

En el Metro

Voy en el Metro ("subterráneo"). A mi lado van tres asientos vacíos, luego el final del vagón, al otro lado del pasillo una pareja ya más bien mayor, besándose con pasión en la boca, otro asiento vacío y una emigrante sudamericana muy-muy oscura, enfrente de mí.

Para el tren y se sube una señora ridícula, con un encajito bordado en el cuello y una rebeca violeta. Mira ostentosamente a la emigrante, me mira a mí, mira los asientos vacíos (donde iría de espectadora de los besazos de la pareja) y, muy digna, prefiere quedarse de pie, sin perder la sonrisa.

Se para el tren, la emigrante sudamericana se levanta y se va. La señora digna se sienta en el sitio que deja, delante mío. Abre el bolso y saca una cajita de color plata, que gira y gira y mira con fascinación de niña. Los otros, a lo suyo.

Vuelve a parar el tren, y se sube un montón de gente, que ocupa todos los sitios vacíos. Al lado de la señora ridícula se sienta una alemana gigantesca, de brazos como árboles y pechos como balones. La señora violeta la mira con espanto, me mira a mí, abre su bolso, guarda la cajita plateada, cierra la cremallera y se queda con carita de pena.

Me bajo en la siguiente.

viernes, 13 de marzo de 2009

Abstinencia y fariseos

Vivo la abstinencia de comer carne, los viernes de Cuaresma, con rigor de fariseo. Si compro una pizza, leo cuatro o cinco veces la lista de ingredientes, no vaya a haber un trocito de jamón escondido entre las aceitunas. Si como fuera de casa, dudo en pedir una sopa, no vaya a aparecer un poquito de pollo ente los fideos. La idea de comer aunque sea una partícula diminuta de carne provoca en mí una angustia fría, igual a la de un fariseo que hubiera arrancado y tragado una espiga de trigo sin acordarse de que era sábado (Mateo, 12.1-8), igual a la de un fariseo que estuviera comiendo y se diera cuenta de que no se había lavado las manos (Mateo, 15.1-20).

Leí en un diccionario bíblico que los fariseos, pese a su mala fama actual, no eran tan mala gente (al menos, los que no eran jefes). A su modo amaban a Dios y querían vivir santamente; se tomaban en serio la fe. El problema era que veían a Dios, sobre todo, como Legislador y Juez, cuyos mandatos había que aplicar íntegramente (Levítico), descuidando todo lo que no estuviera reglamentado. Creo que Jesús no condenaba ese celo (Mateo 5, 17: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolirla, sino a darla cumplimiento”), pero sí que todo acabara ahí: reducir la fe al cumplimiento de la Ley externa, y encima creer que uno lo hace por su propia fuerza, y además sentirse orgulloso de ello: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano” (Lucas, 18.11).

Voy tan contento, por la calle, el viernes de Cuaresma, con mis deberes cumplidos, en orden; hace calor; ni me siento pecador ni creo que deba mejorar mi vida; se me acerca una señora extranjera de mal aspecto, probablemente para pedirme dinero, la evito hábilmente; voy al súper, me encapricho con unas pastas de chocolate, me las compro; podría ir a Misa, podría hacer oración en una iglesia con el Santísimo, pero en la radio ponen una buena tertulia política, me voy a casa.

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que hay que practicar, aunque sin descuidar aquello” (Mateo, 23.23).

Aún queda mucha Cuaresma para rectificar, para empezar de nuevo, con la ayuda de Dios.

martes, 10 de marzo de 2009

En Madrid

Nunca corras para coger el autobús. Si yo tuviera que darte un consejo moral, sería éste: nunca corras para coger el autobús. Al menos, no lo hagas en Madrid, donde parte de los conductores municipales son sádicos, que al verte correr cierran la puerta y se van mientras tú tocas sus cristales. Es mejor que esperes 15 minutos, o 20, siempre tendrás algún tema sobre el que reflexionar o algo que observar. No recuerdo que mi madre corriera jamás para cogerlo, cuando yo era niño. La vida social se basa en la humillación, sí, pero no toleres que el que te humilla sea un conductor municipal, y menos aún a primera hora de la mañana.

...

Un furgón de la policía municipal, que pone: "Investigación de accidentes". Todos miramos por la ventana, ansiosos por encontrar algo nuevo en nuestro día, pero no hay nada. Desilusión.

...

Cierra, también, la tienda de telas y mantas baratas, ya no tiene nada en los escaparates. Se me rompe el corazón: era un gozo ver sus decoraciones horteras, como las habría hecho yo mismo. ¿Llegaba verano? Te llenaban el escaparate de toallas de playa chillonas. ¿Llegaba el otoño? Sacaban y ordenaban montones de sábanas y de mantas de color marrón u ocre o crema. ¿Llegaba Navidad? Gran despliegue de manteles cursis con dibujos de Papá Noel y de telas rojas como el terciopelo de la capa de los Reyes Magos. Lo que habría puesto yo mismo, vaya. Así que es como si me cerrasen mi propio escaparate.

viernes, 6 de marzo de 2009

Jesús de Medinaceli

Primer viernes de marzo: multitudinario besapiés de Jesús de Medinaceli.

Jesús de Medinaceli no es el patrón de Madrid, pero como si lo fuera. Su basílica, regentada por los padres franciscanos, está muy cerca del Museo del Prado. Todos los viernes se puede subir a besar el pie de Jesús, que vive encerrado en una especie de gran jaula dorada de elegantes barrotes, muy arriba, en la pared tras el altar. Pero es el primer viernes de marzo cuando van grandes multitudes, pues se supone que es ese día (es decir, ayer) cuando concede más milagros: Jesús es bajado de su alta jaula al nivel del altar, se pone a nuestro nivel, como en la Encarnación.

Los padres franciscanos cuidan que todo esto no degenere en superstición: durante todo el día, ya desde la madrugada del jueves al viernes, va habiendo Misas cada media hora, pare evitar que todo se quede en el culto a la imagen, muy importante pero insuficiente, claro. Cuando llegué anoche, a las 8, estaba siendo la oficiada por el Cardenal de Madrid, monseñor Rouco, y había tanta gente que tuvieron que cerrar las puertas de la nave. Bendito sea Dios. También hay confesores todo el día.

Para besar el pie hay tres entradas: la de la Casa Ducal (de los Duques de Medinaceli, supongo) y los esclavos de Jesús; la de las peregrinaciones, que vienen no sólo de las parroquias y los pueblos de Madrid, sino también de las provincias vecinas (Toledo, Guadalajara, ...); y, sobre todo, la de la gente normal, que hace cola durante horas, ya desde la madrugada anterior y hasta bien entrada la madrugada del viernes al sábado. Ayer Jesús se apiadó de ellos, y no hizo el frío de otros años, sino una noche suave, tibia. La caminé en sentido contrario, 11 manzanas (cuadras) hasta el final, en la calle Atocha, unas 4 o 5 horas hasta llegar al pie de Jesús, mucha más gente que otros años, la crisis ahoga. Entre ellos, había hombres de mi edad o chicas jóvenes, solos, pensativos: ¿serían parte del millón de parados nuevos de este año, que vienen aquí como última solución?

Lollipop

And now ... ¡todo el mundo a bailar!, aunque sea viernes de Cuaresma.

miércoles, 4 de marzo de 2009

El traje

Por las mañanas elijo mi traje: la chaqueta (tengo 3), la corbata (según el estado de ánimo), el pantalón (todos grises), los zapatos (todos negros), veo que todo está bien conjuntado y así salgo, tan contento, a la calle. Voy, sí, disfrazado.

Hace años yo era un tío importante en la Administración en la que trabajo: recibía a gente de fuera, mi opinión influía en cosas prácticas, hablaba con los jefes, iba a reuniones, tenía que estudiar bien los temas. Cuando alguien me decía, despectivamente, que el trabajo de los funcionarios no sirve para nada, le aclaraba que en mi caso no era así, que mi trabajo sí que era útil e influyente en la marcha de mi oficina.

Después se cruzó en el camino mi Archienemiga, y todo eso se acabó.

Ahora tengo un trabajo gris, de puertas adentro. Sólo tengo que ver a mi jefe y a un auxiliar, no recibo a nadie y ni siquiera he pedido tarjetas de visita: años después, la caja seguiría precintada, sin abrir. Esto tiene sus cosas buenas, vivo más tranquilo, tengo más tiempo y menos responsabilidades, pero hay días que no puedo evitar añorar aquellos años intensos, de trabajo duro, de aciertos y de equivocaciones.

Para evitar la melancolía, sigo yendo de traje, aunque ahora sólo es un disfraz. Podría ir de vaqueros y con un jersey viejo, pero no: cada mañana, cada vez que elijo la corbata y la chaqueta, estoy diciéndome: "Sigues siendo un tío importante, ante Dios y ante ti mismo sigues siendo un tío importante".

Y salgo tan contento de casa.

lunes, 2 de marzo de 2009

Milagro en Galicia

Queridos amigos de América:

Sabed que ayer, 1 de marzo, hubo elecciones a los Parlamentos regionales del País Vasco y de Galicia, y que en ambas hubo un milagro. En el caso vasco, hasta dos: por primera vez en 30 años de democracia no se pudieron presentar los amigos de la ETA y, también por primera vez, los amigos de la Constitución sacaron más escaños que sus no-amigos.

Pero el gran milagro ha sido en Galicia, donde los conservadores del PP han vuelto a lograr la mayoría absoluta que perdieron hace 4 años. Esto es algo milagroso, pues todas las encuestas, sin excepción, daban por seguro que volvería a ganar la coalición de socialistas e independentistas. He aquí que, desde que el PP perdió las elecciones nacionales de hace un año, sus jefes no han hecho más que tonterías: por citar tres de las más ridículas, su presidente Rajoy se metió a cronista deportivo de una de las teles de los socialistas; en vísperas del desfile militar de la Fiesta Nacional, el 12 de octubre, se le escapó que tenía que ir a "ese coñazo" (= cosa muy aburrida); en fin, hace no mucho su portavoz parlamentaria, una chica joven, posó en una revista como si fuera una golfa.

Todo ello nos había sumido a los votantes anti-socialistas en la depresión y la ira: Zapatero, pese a la crisis, pese al millón nuevo de parados, pese al monstruoso déficit público, volvería a ganar en estas dos elecciones regionales, volvería a ganar las elecciones europeas de junio, volvería a ganarlo todo, no se iría nunca, aunque llegásemos a los diez millones de parados.

Este milagro gallego vuelve a abrir una ventana a la esperanza, me parece, y nos ayuda a confiar en que Zapatero se vaya algún día.

¡¡Viva Santiago Apóstol, patrón de Galicia y de España entera, que sigue haciendo milagros!!!!

domingo, 1 de marzo de 2009

Junta de vecinos

Junta de vecinos de mi comunidad de propietarios (somos casi 60 familias).

No sé cómo será en Argentina o en Chile. En España, donde casi todos vivimos en edificios de pisos, cada portal es una comunidad de propietarios, con personalidad jurídica, que gestiona los elementos (escaleras, ascensores) o los problemas comunes. Es, diríamos, como una pequeña sociedad dentro de la gran sociedad de la ciudad, con lo peor y lo mejor de la vida social. Estas comunidades tienen un presidente, uno de los vecinos, que va cambiando cada año, por rotación o por elección, y a veces (como en el caso de la mía) tienen un administrador, un señor contratado que gestiona los temas complicados. Al menos una vez al año los vecinos se reunen en Junta, que es como el parlamento de la casa.

He aquí que este año pasado he sido (por rotación) el presidente de mi comunidad, y que como soy de natural cobarde fui atemorizado a la Junta de vecinos. Por un lado, digamos (por decirlo piadosamente) que no tuve suficiente valor para cortar ciertos gastos fuertes que me propuso el administrador; por otro, que para el año próximo se prevén tantos gastos que la cuota mensual ha de subir un 10%, lo que es una barbaridad, y más aún en tiempos de grave crisis económica. Por ello, fui pensando que los vecinos me montarían una gran bronca: por los excesos pasados, por los excesos futuros.

Ahí arriba, desde el estrado, viendo hablar a los vecinos y contestar al administrador, que estaba a mi lado, comprendí bien la miseria de la democracia moderna y del ciudadano contemporáneo. Se les mandó un dossier enorme con los gastos realizados y con las partidas futuras, pero en vez de fijarse en los temas importantes, todo se rebajó a hablar de bobadas: que si en tal pintura se usó barniz o no, que si el uniforme del portero se compró en esta tienda o en la otra, que si la luz está encendida mucho o poco tiempo, ... Lógicamente, el administrador manejó el asunto perfectamente, y todo se aprobó por aclamación. Qué alivio. Me sentí muy identificado con el presidente Zapatero, ese gran maestro del despilfarro y la manipulación de la gente.

Vanidad de vanidades: los vecinos me pidieron que siguiera un año más, y no supe decir que no, como llevaba decidido.

Y, en fin, el punto más importante: propuse regalarle al portero un reloj por 25 años de servicio, cosa a la que no me atreví a decidir yo solo hace meses, como ya conté. Todos los vecinos lo apoyaron, con entusiasmo. Cuando se lo comuniqué al día siguiente al portero, un hombretón de 60 años, se puso a llorar, emocionado, después de tantas humillaciones.