viernes, 28 de febrero de 2014

Libros

Guardo en mi biblioteca los libros que leí durante la operación y la rehabilitación de mi madre: la historia de la restauración de la Compañía de Jesús en 1814 y la autobiografía del ex presidente José María Aznar. Entres sus páginas quedan billetes de los autobuses que cogí esos días o tickets de la cafetería del hospital. Cuando dentro de 5 o 10 años vuelva a hojearlos, este tiempo que vivimos volverá a mi memoria.


Cojo (para leerla de nuevo) la novela Un tipo encantador, de Marian Keyes. Se cae el folleto de la Semana Santa en Murcia de 2011. Pero lo que más vivamente recuerdo es un día de esa primavera en la que un amigo me invitó a su entrenamiento de golf. Aquella tarde: la novela divertida, el amigo amable, la fanta de limón en la terraza junto al campo, los niños ricos elegantes, el cielo azul, las montañas azules, el césped verde, el campo verde, el ambiente inglés, el silencio, el sol de la primavera -por fin-, la vitrina de los trofeos. Sentí y vuelvo a sentir ahora que, pese a todo, la vida vale la pena.

martes, 25 de febrero de 2014

Taxi

A medianoche, antes de acostarme, me asomo a la ventana. Da a una calle pequeña, poco transitada. Puedes estar 10 o 15 minutos sin que pase nadie: de vez en cuando un adolescente tonto, escribiendo frenético en su móvil. Aún hay muchas ventanas encendidas, los programas nocturnos son buenos.


Silencio.


Pero de repente pasa un taxi con la luz verde. Va lento y gira por otra calle pequeña.


Este taxi es el taxi de la crisis. Y es que antes, en los buenos tiempos, los taxis libres sólo iban por las calles grandes, pronto les llamaba alguien. Era difícil encontrar uno, sobre todo el fin de semana. Si te daba un infarto en mi calle y no te ayudaba nadie debías ir arrastrándote tú solo hasta la cercana avenida. Ahora el taxista, tras horas de fracaso, se mete por las callecitas buscando un cliente. Es difícil, pero es mejor eso que estar dos horas en la fila de la estación de Atocha, esperando a que lleguen los trenes.  

lunes, 24 de febrero de 2014

Realidad

Para ella la realidad era cuando estaba con él: las cenas, los paseos, los cines. Lo otro (el trabajo, las amigas, los museos) era un entretenimiento.


Para él la realidad era cuando estaba sin ella: el trabajo, los amigos, el fútbol. Lo otro (las cenas con ella, los paseos con ella, los cines con ella) era un entretenimiento.


Ella acabó dándose cuenta. Pero la pareja siguió adelante. Les salvó la conversación:
ella necesitaba que él le contara todo,
a él no le bastaba con vivir, quería narrárselo, que ella escuchara atenta.

viernes, 21 de febrero de 2014

Llamadas

Darte cuenta de que tienes menos llamadas de tus amigos,
comprender que si habláis es porque llamas tú,
sentirte culpable
("mi vida es aburrida y tengo poco que contar"),
decidir no darlo (mucha) importancia,
aprovechar el silencio,
vivir.

lunes, 17 de febrero de 2014

Santa María de la Cabeza

Camino por el paseo de Santa María de la Cabeza.

Veo el primer almendro florido.

Oigo el primer canto de pájaro.

En el cuartel de bomberos, en su torre alta, han escrito con letras gigantes "Hasta los güevos de políticos, banqueros y demás ladrones". Me hace gracia la perfección del neologismo güevos, con su diéresis: se me ocurre que lo ha pintado un bombero de mi edad, anterior a las reformas socialistas de la educación.

Encanto del 14 de febrero: en la plaza del barrio pobre, frente al kiosco de flores de los gitanos, los obreretes y los dependientes jóvenes, con el pelo muy muy corto, hacen cola para comprar una rosa (a 3 €) para su chica.  

martes, 11 de febrero de 2014

Regalo

Es el cumpleaños de un amigo. He de hacerle un regalo pero no se me ocurre nada. Quisiera decirle "felicidades, ya te compraré el regalo cuando me apetezca", pero no me atrevo.

(Recuerdo con cariño el trabajo del año pasado. Desde el primer día vi claro que el regalo sería un reloj que pareciera caro, sin serlo. Fui a varias relojerías hasta que lo encontré: pantalla color crema clara, como los relojes viejos, y varias manillas girando todas al mismo tiempo. Fue un acierto, desde entonces lo lleva siempre y la gente -ignorante- se queda asombrada, creyendo que es una pieza carísima).

Voy a la librería religiosa y le compro dos libros religiosos. Es fácil: es un hombre religioso y le gusta leer. Ni siquiera tiene el mérito del esfuerzo, pues la librería religiosa está a pocas paradas del Metro de mi casa.

Con mucha caridad finge que le entusiasman, lee el índice de cada uno, dice "ya te los prestaré" y los guarda en el maletero del coche.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Hospital

Queridos amigos:

La operación de mi madre (prótesis de rodilla) fue bien. Gracias por vuestro interés y por vuestras oraciones.

...

Hospital (de la sanidad pública de Madrid) modernísimo. Fachadas acristaladas. Pero de las ventanas de las habitaciones colgaban bolsas: los pacientes aireaban así los chorizos o las botellas que les traía la familia del pueblo.

Coquetería de mi madre, maquillándose en la habitación para  recibir a los médicos.

Capilla: a los pies de la imagen de la Virgen María se depositaban fotos de los enfermos, y de sus manos colgaban varios rosarios. Pasaba a ser así Nuestra Señora de las Curaciones Milagrosas.

Un cartel advierte: el Colegio de Enfermeros perseguirá penalmente a todo el que golpee o insulte a los enfermeros o las enfermeras.

Inseguridad de los primeros días, ambiente extraño. Pero todo pasa, y un buen día -melancolía- te ves tomando el último café en la cafetería del hospital, usando por última vez el aseo, comprando por última vez el periódico en su kiosco, y recuerdas -una vez más- que vivir es ir muriendo poco a poco.