Devoro el novelón Mauricio o las elecciones primarias, del español Eduardo Mendoza. Lo saqué de la biblioteca (no la del aire atascado, claro) con el discreto afán de reírme, entristecido como estaba por mi inminente semana difícil y por la situación general de la Patria. Hemos de decir que este primer objetivo no se logró: a diferencia de otras obras de este señor, el novelón es amable, simpático, bien escrito, pero nunca llega a hacerte reír.
No sólo eso. Según avancé en la lectura, la obra me empezó a irritar: se parece demasiado a la vida, al menos a mi vida. Supongamos que en el capítulo 12 la chica viaja a Ginebra, conoce a un guapo abogado suizo y va al cine. Como todo esto es descrito con mucho detalle, piensas que en algún capítulo posterior el viaje, el abogado o el cine tendrán importancia para algo, ¿para qué contarlo, si no? No es así: todo ello o no vuelve a aparecer o lo hace de forma muy lateral. Si en el capítulo 19 sale un personaje nuevo y se le describe con mucho cuidado, esperas que a partir del 20 tenga algo que decir en la historia, pero no es así, a lo mejor no aparece nunca más, qué desperdicio. En definitiva, demasiado parecido a la vida, donde salvo acontecimientos importantes (encontrar trabajo, casarte, tener hijos, montar un blog) las demás cosas ocurren igual que podrían no haber ocurrido, ocurren este año como podrían ocurrir al siguiente, tienen efectos posteriores o no los tienen.
(Exagero para dar dramatismo a la crítica literaria, claro)
Por todo esto, la conclusión es evidente: la novela acaba cuando acaba como podría haber acabado 80 páginas antes o seguir dando vueltas y vueltas durante 70 páginas más; una vez más, esto es el paralelo con la vida, con la muerte, donde uno se muere no porque haya rematado una historia, sino porque se acaban sus páginas, sin más.
(Pensé en alguna escena que contar aquí, pero todas se han evaporado de mi cabeza, como tras una conversación tonta)
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5 comentarios:
Espero que exageres, porque ¡te veo demasiado pesimista! ¿Sabes que la tristeza era antes uno de los pecados capitales? Se lo leí a Martín Descalzo, y me sorprendió mucho saberlo. También me ayudó.
Saludos
¿Y te gustó la novela? Si el autor ha intentado expresar eso en su novela parece que ha cumplido el objetivo, aunque otra cosa es la calidad o la intención literaria se correspondan con los gustos de los lectores. Yo soy de los que prefieren una novela entretenida a un tostón que sea un primor en calidad literaria.
Saludos
Es provocativo que entre las cosas importantes enumeres: encontrar trabajo, casarte, tener hijos, montar un blog. Es como un juego en el que tienes que encontrar cual es el que no corresponde. Pues yo digo el cuarto. O será que me tomo poco en serio mi blog.
Alejops, no estoy triste, sólo que mi vida suele ser fácil y esta semana no lo está siendo, ya lo sabes. Eso me agobia un poco, pero no me impide seguir haciendo cosas.
Ramón, lo pasé bien, se leía fácil, pero ya dije que yo la quería para reírme, y eso no lo logra. Tiene otras mejores, creo.
Juan Ignacio, era una bromita, por supuesto que no creo que abrir un blog tenga, ni de lejos, la importancia de las otras tres cosas citadas, o de muchas otras (la salud, los amigos, la fe, ...).
Es bueno el planteo, y hace asomar al que sigue: ¿para qué sirve la literatura (o, en general, el arte)?
Respetos.
Natalio
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