jueves, 4 de junio de 2009

Catecismo (11): la creación; el mal

Parte 1, sección 2, capítulo 1, artículo 1, parágrafo 4, apartados IV y V, párrafos 295 a 314 y 320 a 324.

Ante todo, el Catecismo proclama que la creación es buena: “Salida de la bondad divina, la creación participa en esa bondad” (pár. 299): “Y vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho” (Génesis 1, 31). “La Iglesia ha debido, en repetidas ocasiones, defender la bondad de la creación, comprendida la del mundo material” (pár. 299).

Pero la creación no es perfecta: “la creación tiene su bondad y su perfección propias, pero no salió plenamente acabada de las manos del Creador. Fue creada en estado de vía (...) hacia una perfección última todavía por alcanzar, a la que Dios la destinó” (pár. 302). Ese “estado de vía” se da en el mundo material y en el espiritual o moral.

La creación en general, y el hombre en particular, no recorren solos ese camino hacia la perfección, sino que lo hacen ayudados por Dios: “llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creación hacia esa perfección” (pár. 302 y 321). Incluye el cuidado por Dios de todo, “de las cosas más pequeñas hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historia” (pár. 303), y no es sólo la acción directa de Dios, sino que Él muchas veces actúa a través de los hombres, conscientes estos o no, queriéndolo o no (pár. 307).

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El Catecismo tiene la valentía de traer una grave objeción a este panorama idílico: “Si Dios Padre todopoderoso, creador del mundo ordenado y bueno, tiene cuidado de todas sus criaturas, ¿por qué existe el mal?” (pár. 309). O, como añade el pár. 310, “¿por que Dios no creó un mundo tan perfecto que en él no pudiera existir ningún mal? En su poder infinito, Dios podría siempre crear algo mejor”. El Catecismo aclara ante todo que esta pregunta es misteriosa (pár. 309), es decir, que la Iglesia no conoce completamente la respuesta. Por ello, no se da una contestación clara, contundente, sino que se matizan dos temas:

1º- Reitera que “en su sabiduría y bondad infinitas, Dios quiso libremente crear un mundo en estado de vía hacia su perfección última” (pár. 310): en tanto exista imperfección y tendencia a la perfección ha de existir un % de mal, esperemos que cada vez menor.

2º- Se apela al optimismo que distingue entre el mal cercano y el bien lejano: “con el tiempo, se puede descubrir que Dios, en su providencia todopoderosa, puede sacar un bien de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus criaturas”: así, de los pecados de los hombres y de la consiguiente muerte de Jesús salieron su glorificación y nuestra redención, aunque “no por esto el mal se convierte en un bien” (pár. 312). O, como se dice en el resumen final, "la fe nos da la certeza de que Dios no permitiría el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo, por caminos que nosotros sólo conoceremos plenamente en la vida eterna” (pár. 324).

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(¿Estás un poco triste o deprimido? Lee el pár. 313, verás que frases más optimistas ha copiado el Catecismo de algunos santos alegres).

2 comentarios:

Juan Ignacio dijo...

Me puse al tanto con esto. ¿No habla del libre albedrío como explicación del mal?

Fernando dijo...

Hola, Juan Ignacio, muchas gracias por tu comentario.

Aún no, pues estamos en la explicación inicial del Credo, "Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra": pero ¿creador también del mal? Eso es lo que intenta explicar esta parte. Aún estamos lejos de la parte en que se habla de la libertad humana para el mal, de su naturaleza moral.

(... Llegarémos ahí en 2 o 3 años, ya te avisaré)