domingo, 11 de mayo de 2008

Pentecostés

Este post, breve y no muy elaborado, sólo quiere decir una cosa: ojalá no vivamos la fiesta de hoy como un domingo más, como una fiesta más, sino que seamos muy conscientes de lo mucho que el Espíritu Santo nos ha ayudado este año, impidiendo que metamos la pata, dándonos buenas ideas; ojalá le demos muchas gracias por ello.

No voy a traer aquí la escena de Pentecostés, que seguro que muchos otros blogs católicos comentan mucho mejor que yo, sino otra que me gusta mucho: cuando José y María llevan al Niño al templo para la Presentación, y se cruzan con el viejo Simeón. En dos frases se nos cita tres veces al Espíritu Santo: el Espíritu Santo moraba en el anciano; el Espíritu Santo le había dicho que no moriría sin ver al Salvador; el Espíritu Santo le hizo ir, justo ese día, al templo. Siempre he tenido mucha envidia de Simeón, porque habitualmente el Espíritu Santo ni nos revela cosas patentemente ni nos hace profecías particulares.

Esta regla general tiene excepciones, o al menos en mi caso hubo, una vez, una excepción. Yo sabía que tenía que volver a tomarme en serio a Dios, pero nunca veía el momento oportuno para esa conversión. En 10 días se produjeron en mi vida una serie de casualidades, de encuentros, de coincidencias, que me hicieron comprender que ya era el momento. Desde luego, nada de lo que ocurrió era imposible desde el punto de vista natural, científico, pero el porcentaje de posibiliades de que todo se juntara era tan bajo, que me fue imposible no atribuirlo al Espíritu Santo: era el momento de cambiar.

(Que nadie se asuste: fue una cosa excepcional, rara, que no ha vuelto a darse).

4 comentarios:

maria jesus dijo...

Mi hija pequeña se confirmó ayer y es un milagro del Espiritu Santo.Un saludo

Anónimo dijo...

Hola Fernando

Lo raro sería que tuviera una aparición o algo por el estilo. Lo que cuenta es razonablemente normal. Como todo el que busca a Dios, aunque sea mínimamente, lo que cualquiera ni se da cuenta, para uno eso puede decir mucho.

Yo he tenido también alguna vez alguna "casualidad" de estas de las que hablamos.

Y me ha animado el día. No es que el día en sí infunda poderes ni fuerzas especiales ni similares como la fuerza que les trasmitió a los apóstoles. Pero recuerda cual es el compromiso de cada uno. Y para qué engañarme: no había caído en él en tal vez desde el año pasado por las mismas fechas. A ver si ahora duro más.

María Jesús, enhorabuena a ti y a tu hija.

Un saludo

Juan Ignacio dijo...

La acción del Espíritu Santo no se opone a la explicación científica o a la causalidad que hizo que suceda lo que sucedió.

En el fondo ninguna razón humana puede dar la explicación final de porqué sucedieron las cosas cuando sucedieron y del modo en que sucedieron, desde la apertura del Mar Rojo hasta tus sucesos de conversión.

Fernando dijo...

Querida María Jesús:

Que alegría lo de tu hija, y qué alegría tenerte por aquí, después de tantos meses de ser vecinos en los comentarios a Teka, a Ana María y a María. Enhorabuena por lo 1º.

Queridos Sin Número y Juan Ignacio:

Ya comenté que fue algo excepcional, raro, y que lo habitual es lo que comentaba en el post: una acción constante, discreta, suave, difícil de apreciar en el día a día, pero muy clara cuando pasan los meses y los años, que hemos de agradecer en la gran fiesta de Pentecostés.

F.