viernes, 12 de febrero de 2010

Jordi Pujol (y II)

Leo la segunda parte de la autobiografía del político Jordi Pujol, relativa a sus trece primeros años como presidente de la Generalitat (el gobierno regional de Cataluña): 1980 a 1993. Comparada con la primera, esta parte es pesada como un balance de gestión de una empresa, sector por sector, y además es propaganda: al acabar el libro, se puede decir lo mismo que en el Génesis, y vio Dios que todo lo creado era bueno.

Es curioso, pero el tema al que más importancia da (por número de hojas y de capítulos) no es nada relativo a su obra de gobierno, sino al escándalo de la Banca Catalana. Este banco fue fundado por él y otros amigos en los años 60, aún bajo el régimen de Franco, y tuvo un rápido crecimiento, que narró en la primera parte de la autobiografía. Le preocupa dejar claras las cosas porque -explica- él es un hombre de honor, y fue muy injuriado en aquella época. En los años 70 el banco entró en crisis, hubo de ser intervenido por el Banco de España, liquidado y vendido a otro banco (el de Vizcaya). Dice que la crisis de la Banca fue la normal en los demás bancos españoles, pero oculta que el Banco de España hubo de poner muchísimo dinero (cosa que no ocurrió con otros) y, sobre todo, lo que nos narró en la primera parte: cómo a su oficina llegaba cualquiera, le contaba un buen proyecto y él le soltaba un préstamo, lo que no estoy seguro de que sea una práctica comercial prudente. Echa la culpa de sus males a una campaña de difamación del diario El País y de Televisión Española, ya en manos de los socialistas de Felipe Gónzalez.

Tras la intervención, la fiscalía presentó una querella penal contra él y todos los directivos del banco por los delitos de apropiación indebida y falsedad en documento mercantil. Deja claro que todo era un ataque no contra él, sino contra Cataluña, por supuesto, por no haber puesto de presidente de la Generalitat a un socialista. Tras la famosa escenita del balcón del Palau todo quedó sobreseído.

No da mayor importancia a la medida más monstruosa de sus años de presidencia, la inmersión lingüística, es decir, la obligación de que las clases en los colegios catalanes sean en catalán, nunca en castellano. Le parece una cosa evidente que esto tenía que ser así, sin mayor explicación, y dice que de no haberlo hecho, de haber mantenido una red de escuelas en catalán y otra en castellano, los resultados habrían sido catastróficos, aunque no los detalla. / Es mucho más divertido (aunque él lo cuenta serio, claro) lo relacionado con TV3, la tele pública que fundó la Generalitat para que la gente aprendiera catalán (entre otros objetivos): se lamenta de que los locutores no siempre hablaban un catalán puro, a veces estaba contaminado de castellano, y por ejemplo usaban el insulto "gilipollas", así, en castellano. ¡Qué vergüenza!: con el paso de los años, todos los catalanes han pasado a usar este insulto, cosa que antes no ocurría, mientras que si esos locutores hubieran insultado en catalán (propone: saltataulells, carallot, gamarús, ...) ahora todos, incluso los castellano-parlantes, los usarían.

Aunque no fuera competencia suya, aborda el tema del aborto. Como católico se declara contrario a él, y denuncia la vileza y la frivolidad de Rodríguez Zapatero, que ha planteado la ampliación de la Ley para que no se hable de la crisis económica. Muestra su admiración por algunos políticos socialistas que hicieron cuanto estuvo en su mano para que no se aprobara o ampliara en sus países (el español Félix Pons, el portugués Antonio Guterres o el uruguayo Tabaré Vázquez) y cuenta cómo él recomendó a gente que le pedía consejo que siguieran adelante con el embarazo, a que se atrevieran a tener al niño, incluso en un caso de síndrome de Down. Por todo ello, me resultó extraño y doloroso que contara cómo un matrimonio católico fue a pedirle consejo, pues el niño iba a nacer con una deformación monstruosa (anencefalia), y él les recomendara abortar, como así hicieron.

En fin, hablando de las dificultades que tuvo en la Unión Europea para montar la Asamblea de las Regiones de Europa, dice una frase genial, que merecería ser estudiada en todas las facultades de Ciencias Políticas: "Doctrinalmente, ni los socialistas ni los liberales habían sido muy partidarios de la ARE. Sostenían que sólo existen los derechos individuales, un criterio que en España tiene cada vez más partidarios, tanto en el PSOE como en el PP". Esto le preocupa, claro.

8 comentarios:

Capuchino de Silos dijo...

Este señor (Jordi con J de Jamón de Jabugo y embustero)como el resto de los nacionalistas no me interesan lo más mínimo. Que se queden en su tierra pero sin mi dinero. Ese es nuestro gran problema. Que viven con el dinero aJeno.
Un abrazo

Natalia Pastor dijo...

Suscribo lo dicho por Capuchino de Silos.
Pujol es un "botiguer" al uso,con ínfulas de estadista.
Eso si:comparado con la caterva que lo ha sucedido como "Honorable", es Bismarck.

Juan Ignacio dijo...

¿Qué es el ARE?

Fernando dijo...

Así es, Capuchino/a, vendieron que ellos daban mucho, pero cuando se negoció la nueva financiación de las Comunidades se vio la estafa.

Así es, Natalia: una suma de Bismarck, Napoleón y Luis XIV. No en vano estvo casi 25 años en el poder, eso no es grautito.

Juan Ignacio, es la Asamblea de Regiones Europeas, dentro de la Unión Europea, que él trabajó para montar y así tener todavía más poder.

Anónimo dijo...

Estoy con todos tus comentaristas.

Me han mandado esta página que creo que te interesará http://juancato.com/madrid/madrid.html

Un abrazo

Anónimo dijo...

Soy Maria Jesús de comentandolotodo. Estoy en Dubai en el ordenador de mi hijo y no se como salir con mi nombre. La página es interesante

Juan Ignacio dijo...

Ya que andas con catalanes te comento que me llegó el aviso de un nuevo libro que puede estar relacionado (clic).

Fernando dijo...

Hola, Anónimo, gracias por la referencia, la buscaré.

Hola, María Jesús, ¿Dubai?, el mundo ya no tiene distancias. No creo que ahí esté nevando, como en Madrid.

Hola, Juan Ignacio, he leído la referencia y me ha sorprendido: el nacionalismo vasco sí que ha tenido siempre un componente racista, pero el catalán no, porque entre un señor de Madrid y uno de Barcelona no hay ninguna referencia racial. Lo buscaré en la biblioteca pública, a ver a qué se refiere.