sábado, 7 de noviembre de 2009

Mia Farrow (y III) (conclusión)

Al final del post anterior son presentados Mia Farrow y Woody Allen. Se gustan, empiezan a salir y forman pareja. Sobre si forman también familia, la cosa es compleja de definir. No se casan, no viven juntos, él sigue en su ático del East Side de Nueva York y ella, con todos sus hijos, en su piso del West Side: entre ambos Central Park, de forma que ella ve, a lo lejos, si la luz de él sigue encendida por la noche o no. Hay escenas divertidas, como cuando explica que él es tan aprensivo con la salud que tiene un médico para cada parte del cuerpo, y que cuando va a estrenar una peli nueva invita a todos sus médicos con sus esposas, por lo que la sala se llena de gente.

Sean familia o no, empieza para ella una década feliz: él es su hombre, él la incluye (casi siempre como protagonista) en sus 15 películas siguientes, lo que le da enorme fama. Mientras, sigue aumentando sus hijos: adopta (ella sola) un niño coreano con parálisis cerebral, una niña norteamericana (Dylan) y una adolescente ciega vietnamita, y además tiene un hijo con Woody Allen. Años después, él adoptaría a Dylan y a otro de los niños. Los años felices tienen sus sombras: él no quiere a los hijos, ni siquiera al suyo natural (Satchel); si ella comete un error o ignora algo él la humilla hasta hacerle llorar, comparándola con Dolly Parton; en fin, como dicen los norteamericanos, él empieza a tener un "comportamiento impropio" con Dylan, la niña recientemente adoptada.

De repente, estalla la crisis: ella descubre en el apartamento de él fotos pornográficas de Soon-Yi, la niña (ya joven) que había adoptado con su anterior marido; a partir de ahí, descubre que son amantes. ¿Hay incesto si él no vivía con ellos, si el padre legal era otro, si él no veía ni a su hijo natural? Empieza una época terrorífica para todos: juicios penales, juicios por la custodia de los hijos, psicoanálisis para los niños, psicoanálisis para los adultos, ... Allen le dice que sin él no será nada, ni en la vida ni en el cine: es horrible que alguien te pueda decir esto, pero peor es que esto sea verdad.

En fin, la paz: ella gana los juicios, se va a vivir al campo con todos los hijos, adopta otros 3 niños enfermos y sigue haciendo pelis con otros directores (cuyo nombre ni me suena). Concluye: "Lo que yo había estado buscando desde el principio ... era una vida provista de sentido". Parece ser que al final lo ha logrado, aunque ya no haga pelis famosas.

....

Empecé el primer post explicando que esta mujer me caía mal por haber empezado su carrera por enchufe y no haber luego demostrado tener méritos para ello. El libro confirma estos prejuicios, desde luego: ella nunca oculta la mala opinión que tiene de si misma como actriz, y al acabar su relación con Woody Allen se puede decir que acabó su carrera en el cine.

Sin embargo, es imposible no sentir simpatía por alguien que ha adoptado tantos niños, muchos de ellos muy enfermos, y que luego les ha cuidado ella misma. Y también hay algo entrañable en el libro: su lucha por ser feliz, como la de todos nosotros, su afán de seguir adelante, con sus éxitos y sus fracasos, como los de cualquiera de nosotros, sus dudas como las nuestras. Esto me pareció simpático, la verdad.

Y, en fin, el libro me confirma (una vez más) en una idea, importante en mi cabeza: la verdadera felicidad está en llevar una vida normal, religiosa, en tener un esposo o una esposa normales y unos hijos normales, si es lo que quiere Dios, en tener un trabajo normal y unas aspiraciones normales.

7 comentarios:

Juan Ignacio dijo...

Bien, pero no entiendo tu conclusión. ¿Entonces ella no fue feliz, ni siquiera al final? Porque no veo nada normal allí.

Por otro lado se me empiezan a ocurrir millones de santos nada "normales"...

Fernando dijo...

Hola, Juan Ignacio.

Sí, al final parece que sí, cuando los hombres y las pelis salen de su vida, y se queda con sus hijos, en paz.

Lo que quise decir, probablemente sin lograrlo, es que el estilo de vida liberal, que se toma a risa cosas como el matrimonio o los hijos, no me parece un buen camino a la felicidad, en contraste con el modelo tradicional. Eso es lo que quería decir. Y, respecto a lo de los santos, ¿cómo no van a haber sido felices muchos de ellos, pese a no haber tenido ni esposo ni esposa ni hijos???? No era eso lo que yo censuraba, evidentemente.

Juan Ignacio dijo...

Ya entendí entonces.

Lo de los santos lo dije no por tener o no hijos. Lo dije porque decías que la felicidad esta en la normalidad, y muchos santos fueron para nada normales.

Pero ahora que me aclaraste eso de normal queda sin sentdo.

ALMA dijo...

Fer, amigo, sentí curiosidad, al comenzar con el post I saber porque estabas leyendo un libro sobre una persona - Mia Farrow - que no te resulta totalmente simpática. Me llamó la atención, porque en mi caso, ni siquiera me molestaría en mirar una nota periodística sobre un determinado personaje por el que no sienta ni un poquito de afinidad.

Me gustó el colofón, porque a pesar de ser una chica de "plástico" de haber llevado un matrimonio (?) no convencional con Woody y luego de los problemas legales, ha hecho algo positivo en su vida, que quizas le llenó el corazón y tal vez le dió paz a su alma, como es dedicarse a sus hijos y como bien decís encontró la felicidad.

Un besito y buena semana, Fer

ALMA dijo...

Fer, te dejo un mimo en mi Almacén

Fernando dijo...

Gracias por la aclaración, Juan Ignacio.

Así es, Alma. Siempre hay que estar abierto a los demás, dispuestos a superar los prejuicios que tengamos hacia ellos. Y corro a ver tu mimo, a ver qué es.

maria jesus dijo...

Bueno Fernando, llego a la conclusión que el libro no merece la pena leerlo, porque está mal escrito, y que es una vida curiosa la de esta chica, que debe tener una falta de formación pero una bondad natural.