jueves, 5 de noviembre de 2009

Mia Farrow (II)

Dejamos en el post anterior a Mia Farrow convertida en una actriz de 19 años, exitosa en una serie popular de la tele USA.

La joven Mia conoce a Frank Sinatra, quien la seduce (en todos los sentidos de la palabra). Tras un tiempo de clandestinidad se casan. Ella siente veneración por él, 30 años mayor, y su matrimonio va a ser para siempre. Época feliz: Roman Polanski le ofrece, por fin, un papel protagonista en La semilla del diablo, que habría de ser un gran éxito. El rodaje dura más de lo previsto, le impide protagonizar otra peli que iba a dirigir su marido, Frank Sinatra, pese a que se había comprometido con él. Parece ser que al gran cantante esto no le hizo gracia, pues un buen día se presenta en el estudio su abogado, con los papeles del divorcio. El matrimonio eterno no había llegado a los dos años.

En las páginas siguiente, Mia Farrow describe muy bien la crisis en la que entró, abandonada por su marido, abandonando ella su fe de niña, sin buenos proyectos de trabajo. "Supongamos que uno comete un error a una edad muy temprana y que ese error pone en marcha cierto entramado de fuerzas misteriosas con las que nunca se debió bromear". "Al hacerme famosa había echo volar los puentes que más necesitaba, los que sirven para cruzar el abismo y conectar con otra gente. ¿No es eso lo que al final nos redime?". "Sentía que había perdido algo vital en mi existencia: mi vínculo con todo lo existente". "A partir de ahí se iniciaría mi búsqueda de una misión que insuflara sentido a mi existencia".

La época se cierra con un viaje a la India para ser instruida en el hinduismo, es el año 1968. Allí se presentan los Beatles, que alegran algo el muermo de la meditación de 12 horas diarias. Todo acaba abruptamente cuando el gurú del grupo pretende tener con ella un trato poco espiritual.

Tiene suerte. Se va a vivir a Inglaterra, donde conoce al director de orquesta André Previn, con el que se casa. Aparece en ella una insospechada ansia de maternidad. Tienen dos gemelos (uno de ellos autista), adoptan a una niña vietnamita (asmática y con neumonía), tienen otro hijo (depresivo desde niño), adoptan a otra vietnamita (desnutrida) y a una coreana (la famosa Soon-Yi de su ruptura con Woody Allen). Todo va perfecto, salvo que el marido apenas para en casa, ha de dirigir conciertos por todo el mundo. Un buen día comprenden que aquello no es, propiamente, un matrimonio, y se divorcian. A Mia se le acaban los trabajos en los teatros ingleses, así que decide volverse a Estados Unidos.

Allí, soltera de nuevo, adopta a otro niño, coreano, con parálisis cerebral.

Un buen día la presentan a un director de cine al que ella admiraba: Woody Allen. Le parece muy simpático y muy listo, aunque un poco raro.

4 comentarios:

Juan Ignacio dijo...

Qué ignorancia la mía. Recién ahora caigo quién es (cuando dijiste lo de Woody Allen).

Fernando dijo...

Querido Juan Ignacio, no hay nada peor en la vida que cuando la gente te recuerda no por tí, sino por ser esposa de ..., amigo de ..., primo de ...

Juan Ignacio dijo...

Espero que no se enfade, sé que es lo suficientemente famosa.

Al parecer ha intentado hacer obras de bien adoptando niños con problemas. ¿Ha ido bien la cosa? ¿Hay testimonios de los niños?

Fernando dijo...

Juan Ignacio, en ese aspecto su vida fue un éxito: cuando estalló la crisis con Woody Allen que cuento en el siguiente post, todos los hijos se pusieron de lado de Mia, agradecidos por tantos años de trabajo y de amor por ellos.