jueves, 17 de julio de 2008

Desde la parada

Cuatro son los personajes que veo desde la parada del autobús, de camino al trabajo. Por orden de rotación:

Un dandy cachas, con gafas de sol aunque no haga sol, que te mira fijamente, que da vueltas arriba y abajo, que se acerca a los cubos grandes de la basura y los abre y los mira con atención. Los primeros días te da miedo. Luego, un día que el autobús se retrasa, comprendes todo: del garaje de la casa sale un cochazo, con conductor, que para un momento. En el asiento trasero va un tío viejo, con cara de magistrado del Supremo, leyendo el ABC. El dandy (es decir, el poli) se sube de copiloto y sigue mirando a todos los lados con mucha atención. Unos días van hacia la izquierda y otros hacia la derecha, supongo que por cuestiones de seguridad.

Una furgoneta de los servicios sociales del Ayuntamiento. De la casa del magistrado sale un chico con bata, empujando una silla de ruedas con una anciana, más vegetal que persona. A su lado camina, torpemente, el viejo marido de la mujer. De la furgoneta se baja el conductor y entre él y el de la bata cargan a la mujer, sillita incluida, en la parte de atrás. Antes de que se vayan, el viejo toca la pared del vehículo, como despidiéndose, y vuelve lentamente al portal.

El encargado gordo de la cafetería frente a la parada. Sale muy sonriente, mira a un lado y a otro, la mano siempre metida en el bolsillo derecho, cruza la avenida por el medio, sin ir al paso de cebra, vuelve a mirar a derecha e izquierda, sin sacar la mano del bolsillo, sólo le faltaría decir “Espero que nadie me robe toda la recaudación de ayer, que llevo aquí, en un fajo en el bolsillo” , y se mete en la sucursal de Caja Madrid que está detrás de la parada, a hacer el ingreso.

La vieja que vive encima de la cafetería, con mil macetas en cada balcón que riega todos los días, con el ramo de Domingo de Ramos que se va pudriendo hasta el Domingo de Ramos del año que viene. La vieja es super-católica y super-española, y los días grandes pone, según proceda, la bandera del Vaticano o la de España, lo cual está muy bien, porque piensas: “A ver, qué día importante es hoy, para la Iglesia, para España”. Hoy, por ejemplo, ha puesto la vaticana, y supongo que así seguirá hasta que acaben los actos del viaje del Papa a Australia. Con ella vive un hijo poco aseado, que no sé si mantendrá esta costumbre cuando ella muera.

8 comentarios:

Ignacio dijo...

Vengo de parte del embajador.

Dejar la señal.

alejops dijo...

Me gustaría ser tan observador como tú. Voy a ver si me aplico.

AleMamá dijo...

La vida completa en sólo el tiempo que demora el bus en tomar pasajeros. Buena observación. Notable.
Saludos

Juan Ignacio dijo...

Coincido otra vez con alejops.

Y me he reído al final con lo del hijo poco aseado.

Salud, Fernando.

Myriam dijo...

Muy buena entrada, las cosas que ve uno cuando se presta atención, no creo que el hijo poco aseado mantendrá la costrubre pero nunca se sabe, cosas más raras se han visto.

Anónimo dijo...

Sois muy amables; no soy especialmente observador, pero a fuerza de ver un día y otro lo mismo, todo el tiempo que tarda en venir el autobús, uno acaba quedándose con los detalles.

La bandera vaticana sigue ahí, claro.

F.

maria jesus dijo...

Si te pones a observar podrias coger tema para varias novelas, a ti no, pero a la mayoría, la vida le pasa al lado sin que se de cuenta. Me quedo con la pareja anciana

am dijo...

Un dandy??? un dandy???

Jaja.