viernes, 10 de junio de 2011

La conjura de los necios

Leo un libro muy divertido, La conjura de los necios, de John Kennedy Toole (1980).

Narra la vida, en Nueva Orleans, de Ignatius Reilly, joven de 30 años, gordo, maniático, dado al vicio solitario, que vive con su madre en una casa vieja y sucia; dejó de ir a Misa porque el párroco no quiso celebrar un funeral por su perro muerto. Al iniciar la novela vive encerrado en su guarida, toda su actividad es escribir ensayos sobre la decadencia de Occidente en cuadernos que luego tira al suelo de su habitación. En contraste con su vida miserable, tiene un alto concepto de si mismo: "Sólo me relaciono con mis iguales, y como no tengo iguales, no me relaciono con nadie". "Su situación [de los negros] es igual a la mía: nos hallamos fuera del círculo de la sociedad norteamericana. Mi exilio es voluntario, por supuesto". Cuando alguien no le gusta –lo que es lo habitual- juzga que no tiene "teología ni geometría".

Todo se complica, al inicio del libro, porque la madre conduce bebida y tiene un accidente, si no paga los daños les embargarán la casa, por lo que Ignatius tiene que rebajarse a buscar un trabajo. Durante la novela ensayará dos. Será archivero en una oficina miserable, el jefe se asombra de lo bien que archiva todo, no hay un papel suelto, no sabe que Ignatius lo logra por la vía de tirar todos a la papelera. El segundo oficio es vender salchichas por la ciudad, cosa harto difícil porque se come la mayoría, por lo que tras el descuento apenas le pagan unos centavos. En ambos trabajos va llevando un diario delirante, que firma "Vuestro chico trabajador", donde narra su patética existencia como si fuera una hazaña épica.

Su odio a la sociedad burguesa le lleva a idear boicots. Mediante el primero pretende que los negros que trabajan en la fábrica de su oficina (a los que odia) asalten el despacho del jefe y lo maten: no sale bien, cuando iba a ser el asalto los negros se quedan atónitos al ver la gran cruz que Ignatius ha montado en el despacho, nuestro héroe es despedido. Mediante el segundo quiere que un grupo de homosexuales (a los que también odia) se infiltre en el Ejército de Estados Unidos y le haga perder su vigor, pero ellos se lo toman a risa.

Durante toda la novela Ignatius se cruza cartas con su exnovia Myrna Minkoff, socialista revolucionaria, ella le cuenta sus planes para destruir la sociedad burguesa y le llama reprimido sexual, él la considera degenerada y la desprecia. Las cartas son cada vez más violentas, pero curiosamente es ella la que le salva al final, cuando entre la madre, el novio de la madre y la vecina loca habían llamado a los loqueros para que le encerraran en el manicomio. Myrna llega justo a tiempo de salvarle y huyen lejos.



El autor no llegó a ver su obra publicada, se suicidó a los 32 años: sin duda compartía con Ignatius Reillly su asco por la sociedad contemporánea.

7 comentarios:

Miriam dijo...

Un tanto depre ¿no?

Fernando dijo...

No, Miriam, es muy divertido, de mucha risa, si no yo no lo habría leído.

Juan Ignacio dijo...

Uf, lo más terrible es el final real del autor...

Andy dijo...

Un resumen genial Fernando, muchísimas gracias.

Seguro que es divertido... pero a simple vista no lo parece, jaja.

Lo peor es lo que dice Juan Ignacio.

Fernando dijo...

Sí, Juan Ignacio: nadie lo diría leyendo el tono alegre de la obra. Pero el fondo era amargo, vivimos en una sociedad de idiotas, supongo que la idea del personaje sería -en realidad- la del autor.

Anímate a leerla en vacaciones, Andy.

Anónimo dijo...

Sin dudas este libro es increible!!

Fernando dijo...

Gracias, Anónimo. ¿Lo has leído? Si no lo has hecho, anímate a leerlo, a mí me encantó.