Si yo tuviera la energía y la ilusión de los 20 años escribiría la vida novelada del joven rico, el que habla con Jesús sobre la salvación.
El joven rico somos cada uno de nosotros, o al menos lo soy yo: llamados a una vida grande con Jesús pero satisfechos con el simple cumplimiento de la Ley, con evitar el infierno, y a veces ni eso.
La novela empezaría, claro, por la niñez y la adolescencia del joven rico. Debería investigar bien cómo era la vida de los ricos en Israel en aquella época, bajo el Imperio Romano: cómo eran sus casas, cómo era su alimentación, cómo era su vida, cómo era su muerte, cómo eran sus vacaciones, qué les distinguía de los demás judíos. Pondría en mi novela, quizá, que el padre del joven rico era propietario de muchos campos, con ello podría contar en un estilo ameno cómo eran la agricultura y el comercio de los productos. "Un día que Uriel paseaba con su padre junto al bosque de olivos vio a un trabajador que limpiaba el suelo ...".
En el pasaje del Evangelio se aclara que el joven rico cumplió con los preceptos de la Ley desde joven. Esto me permitiría hablar de su formación religiosa y pintar, en tonos simpáticos, la vida espiritual de Israel. A través de conversaciones con sus padres, con el rabino, con sus amigos, se iría comprendiendo el porqué del descanso del sábado, de la limpieza de las manos antes de comer, de la prohibición de comer cerdo. El lector comprendería la lógica y el amor a Dios que había de fondo en todo ello.
Desde luego, el joven rico serían un rico de provincias. Por el Evangelio de Juan sabemos que Jesús subía y bajaba a Judea, a Jerusalén, y por ello el encuentro entre el joven y Jesús pudo ser en cualquier lugar de Tierra Santa. Pero yo me quedaría con la visión, algo esquemática, de los tres primeros Evangelios, en que parece que Jesús -adulto- no fue a Jerusalén hasta la víspera de la Pasión. Sí, en mi novela el joven rico sería un rico de provincias, en Galilea, lejos de la capital. Esta distancia sería un punto importante del libro.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
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11 comentarios:
De a poco, en capítulos, no te creas que es tarde... Quedo intrigado por lo de la distancia, espero ver como sigue.
Fernando, nunca es tarde. Es más, yo creo que la harías mejor ahora que con 20 años; la experiencia es un grado.
¡Ánimate!, poco a poco, como dice Juan Ignacio, y a modo de hobby :D
¿Lo de la distancia lo dices en sentido teológico?
Un abrazo.
Eso, anímate, que ha has puesto "la primera línea" (como la primera piedra, en un edificio)
Continuará ¿verdad?
Evidente, por eso le pusiste (I)
Tenemos paciencia.
¿Habrá otros capítulos y un final feliz? lo esperamos. Me gusta la idea y el esquema.
Juan Ignacio, Andy, distancia física entre su pueblo de Galilea y Jerusalén, para que viviera los acontecimientos de la Pasión en la lejanía.
Andy, la experiencia lleva a la humildad respecto a las propias capacidades.
No habrá muchos más ladrillos, Esperanza, no pasará de pared de jardín.
Así es, hermana.
Habrá más capítulos, Alemamá, pero no sabemos si el final del joven rico fue feliz.
Te animo a hacerlo. Escribir sobre el jóven rico es escribir un poco sobre cada uno de nosotros. Interesante reflexión. Un saludo!
¿ Y por que no lo haces? La idea es buenísima, y si lo escribes en el blog, tienes lectores asegurados, entre los que me encuentro.
Luego le podías dar más alcance publicandola. Buena literatura es muy necesaria hoy día que se publica tanta porquería
Por eso me gusta la escena, Eligelavida: porque todos somos llamados a hacer más y nos conformamos con hacer menos, lo justo.
No tengo ni tiempo ni talento ni energía, María Jesús, pero gracias por tu entusiasmo.
Lo del tiempo y energía es cosa que debes buscar tú. Del talento, no puedes juzgar. Déjanos a nosotros no más.....¡te destrozaremoooooooossssss! (así nos hacemos famosos como críticos, jeje)
En serio. es buena idea, por favor, sigue.
Gracias, Alemamá.
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