Voy leyendo las memorias de un escritor alemán al que no conocía. El librito empieza en la Primera Guerra Mundial, cuando él era un niño, y acaba en los primeros años del nazismo, cuando era un adulto joven y tuvo que irse de Alemania.
Me está gustando mucho por dos cosas. Primero, porque es divertido y te hace reír, pareciera que haber vivido en aquellos años terribles fuera una suerte. Segundo, porque cuenta pequeños detalles de la vida cotidiana que ilustran los grandes acontecimientos del país (los ves) mucho mejor que diez libros de Historia.
Por ejemplo, cuenta con mucho detalle cómo se vivió la guerra en Berlín. ¡Aquello fue tan divertido! Él y sus amigos llevaban mapas y listas de soldados, de aviones, de tanques, cada vez que había un comunicado del Alto Mando hacían sus cálculos, Alemania va a ganar en tal frente, Francia en el otro, era lo más parecido a un partido de fútbol. Es verdad que pasaban hambre, pero eso no hacía más que dar mayor emoción al juego. Cuando Alemania perdió la Guerra fue una gran sorpresa para ellos: según sus cálculos, estaba a punto de ganarla. Y apunta algo muy serio: para la gente de su generación (los que tenían de 20 a 25 años en 1918) la guerra quedó como algo divertido, una forma de huir de la rutina. Por eso, cuando Hitler tomó el poder y durante meses y meses toda Europa supo que iba a haber una nueva guerra, los alemanes de su generación no lo vieron como una desgracia, sino como un acontecimiento divertido, algo que iba a volver a dar sentido a sus vidas.
Me reí también mucho cuando hablaba de la hiper-inflación: nunca supuse que un tema así fuera tan divertido. Al inicio de la República de Weimar un dólar valía, más o menos, un marco. Pronto pasó a valer 10 marcos, 100 marcos, 1.000 marcos, se acabó manejando billetes de millardos (es decir, 1.000.000.000) de marcos. Ellos tuvieron suerte: su padre era funcionario. Cuando cobraba el día 1 de cada mes su sueldo (a lo mejor, cien millones de marcos) rápidamente iban a la peluquería, al sastre, al dentista, y sobre todo al mercado, donde con una carretilla se gastaban todo en alimentos no perecederos (queso, pasta, conservas). Al acabar el día 1 de cada mes ya no les quedaba ni un marco, esperar al día 2 era perder mucho dinero: si había una emergencia (por ejemplo, la necesidad de ir al médico de pago) no había más remedio que esperar el día 1 del mes siguiente, pues se habían quedado si un solo billete.
Dice algo terrible: la desgracia de los alemanes fue que no sabían divertirse solos, no sabían construirse cada uno una vida feliz, necesitaban que el Estado se la organizara, lo que explica (entre otras cosas) el éxito de Hitler.
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9 comentarios:
La visión sonriente de esos sucesos trágicos me hizo pensar en la película "La vida es bella". Todo un tema controvertido.
¿Y el autor quién es? Si se puede saber.
¿se llama así el libro, "memorias de un alemán"? Cuando respondas a Juan Ignacio dinos por el mismo precio cuál es la editorial.
Leí un libro ambientado también en la Alemania de entreguerras, y describía un entorno asfixiante y sin ningún sentido del humor. Se titulaba "una princesa en Berlín" y el protagonista era un americano que fue a Alemania a completar estudios y como tenía dólares, plena hiperinflación llevaba una vida propia de un millonario. No recuerdo quien era el autor, pero era alguien que hacía que uno sintiera lástima por los alemanes de aquella época...
Impresionante lo que contás. Y durísimo ¿no?
Entre paréntesis, lo de la hiper-inflación -los que tenemos algunos años ya- vivimos algo parecido en la Argentina a fines de los '70 y principios de los '80. Había que gastar todo pronto porque se si lo guardabas se desvalorizaba.
También se colocaba a plazo fijo por dos o tres días; por ejemplo para el fin de semanas.
Hay personas con un genio especial que saben contar con mucha gracia historias en un contexto que ,per se, es desagradable y trágico. Hay muchas memorias que son muy entretenidas de leer, por ello te pido que, al igual que ya te han pedido por aquí, nos des más detalle del libro.
Yo por mi parte estoy terminando de leerme unos libros y a continuación empezaré con otros de teología a los que ya le he echado el ojillo.
Un abrazo.
Juan Ignacio, Esperanza, Andy, no tengo aquí cerca el libro, como va a haber un "Memorias de un alemán (II)" ahí incluiré el autor.
Esperanza, me parece que ese tono sombrío era más realista. Ya estoy llegando a las persecuciones a los judíos, y ahí el tono ya no es de risa.
Hermana, me parece tremendo lo de los préstamos para fines de semanas. España, gracias al euro, vive en una inflación moderada, 4% habitualmente, pero la realidad es que los precios suben más.
Fascinante lo de la teología, Andy, si haces posts espero que sean fáciles de leer.
Mientras no sea "Memorias del alemán Alzheimer"...
(Con todo respeto).
Hay todo un tema que se me mezcla con la alegría que tiene el cristiano aún en los momentos difíciles (no es fácil, pero es posible y los testimonios son incontables).
Cuando uno habla de lo bien que se pueden sobrellevar los momentos difíciles, y lo hace por experiencia, suena como un irresponsable para el mundo. Y un irrespetuoso, ¿cómo va a hablar de estar bien en las dificultades? Eso es no pensar en los demás y sus sufrimientos.
Sumamente interesante el libro, Fer. y en cuanto a la hiper, me uno a los comentarios de la Hna. Josefina, ya que hemos sufrido varias corridas y tenemos bastante experiencia. De la época que señala la Hna. recuerdo que en la oficina comprábamos el sueldo en dólares, para poder llegar a comprar cosas necesarias, porque la divisa subia en el minuto a minuto y por ejemplo el aceite comestible, en un mismo día podía tener 3 precios distintos, según el horario de compra. Personalmente yo pagué la última cuota de mi casa en noviembre y en diciembre cayó el gobierno de De la Rua, y se produjo el famoso "cacerolaso", como resultado tuvimos en una semana 3 presidentes y una espiral inflacionaria increíble. Si en esa oportunidad hubiese pagado la última cuota en diciembre, seguramente por los ajustes derivados de la hiper, debería haber pagado una importante suma, a la ya cancelada. En fin, sería muy largo y tedioso contarte todas las experiencias vividas.
Sé que sos apasionado por el fútbol, pasate por el Almacén a ver que te parecen las apuestas, jaja!
Besotes y buen finde
Juan Ignacio, el buen humor de este hombre (Sebastian Haffner) no deriva de su fe, cuando habla de la ocupación nazi de la Iglesia Evangélica aclara que él nunca se sintió muy integrado. Su buen humor (que va bajando según avanza el libro) es más bien natural, propio del hombre inteligente.
Alma, vi una peli argentina terrible sobre aquello, creo que la protagonizaba Luppi, no estoy seguro, unos pillos que estaban toda la peli preparando una estafa al banco y cuando ya estaban a punto de lograrlo era el corralito y todo se venía abajo. En su momento nos pareció triste, pero ahora, en España, muchos economistas dicen que nosotros estamos al borde de otro corralito.
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