"Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados" (Mt 5,5)
(Ésta es la 3ª bienaventuranza, pero Jim Forest cambia el orden)
Para mí, los que lloran son, sencillamente, los que lo pasan mal en la vida, los que están solos o enfermos o triturados en el trabajo o son pobres o ..., siempre que eso no les lleve al odio o al resentimiento. Creo que de ellos es de quienes habla Jesús en esta bienaventuranza.
Lo creo por dos motivos. Primero, por un sentimiento que tenemos todos al ver la dureza constante de la vida de muchas personas, creemos que por justicia han de ser compensadas aunque sea después de su muerte. Esto, que yo digo en estilo llano, lo explica perfectamente Benedicto en la Spe salvi, ya lo comentamos en un post lejano: "Sólo en relación con el reconocimiento de que la injusticia de la historia no puede ser la última palabra en absoluto, llega a ser plenamente convincente la necesidad del retorno de Cristo y de la vida nueva". Segundo, porque si leemos las bienaventuranzas de San Lucas (Lc 6, 20-26) son mucho más "materialistas" que las de San Mateo, en la línea que yo apunto: "Bienaventurados los pobres ..., los que tenéis hambre ..., los que lloráis ...".
En su libro, Jim Forest da un contenido mucho más espiritual al "Bienaventurados los que lloran". Aplicando su tesis de que las bienaventuranzas son una escala, explica que una vez que uno es pobre de espíritu está listo para llorar, pero ¿llorar por qué motivo? Cita, primero, las dos veces en que Jesús lloró: al ver Jerusalén, sabiendo la desgracia que había de venir, y al consolar a Marta y María por la muerte de Lázaro. En ambos casos -explica Forest- Jesús lloró por compasión hacia los demás, por la desgracia ajena. Cita, luego, las lágrimas de San Pedro al comprender su traición a Jesús y las de la Magdalena el lavar los pies del Maestro, arrepentida de su mala vida: ambos lloraron al ser consciente de la gravedad de sus pecados, lo que no solemos hacer los cristianos.
Así, para Jim Forest, bienaventurados los que lloran son los que son capaces de conmoverse por las penas de los demás (caridad) y por la gravedad de los propios pecados (amor a Dios).
viernes, 28 de mayo de 2010
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8 comentarios:
Bastaba con todos, pero hoy en día se puede hacer una licencia con todos y todas...
Está buena esta serie sobre las bienaventuranzas. Me gusta e intriga saber más.
Coindico con AleMamá y reafirmo lo que dije en mi comentario anterior.
Me esta gustando mucho esta serie.
PD: Jesús también lloraba...la grandeza del Verbo hecho carne...la solidaridad del Hijo con todo el género humano...¡qué grande esto!
Muy interesante
Continua
A mí no me gusta, Sin retorno, me parece ultra-feminista.
Gracias, Alemamá, pronto llegará el (III).
Gracias, Andy. Forest mete un matiz que me impresionó: Jesús no sólo lloraba, sino que llora, porque sigue siendo verdadero Hombre.
Gracias, María Jesús, eres muy amable.
Tarde pero seguro. Muy buena la segunda entrega. Jamás había pensado en esas dos formas de llorar. Siempre pensé en los que lloran por el sufrimiento propio. Creo que a pesar de esta nueva interpretación la vieja debe seguir valiendo, ¿no?
Fer, como te dije con anterioridad, te agradezco que las des a conocer y en mi caso me ayudes a reflexionar y aprender nuevas cosas que me mejoran la vida.
Besotes
Yo prefiero la vieja, Juan Ignacio, me parece más evidente, aunque las que da este autor sean más poéticas.
Gracias, Alma, eres muy amable, yo soy el primero que estoy aprendiendo cosas.
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