"Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los Cielos" (Mt 5, 3)
¿A qué te suena "pobre de espíritu"? A mí, de entrada, a algo malo: infeliz, con poco carácter, resignado con su suerte. Pero es evidente que Jesús no se refería a esto.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua, al final de la definición de "espíritu", nos da esta explicación: "Dícese del que mira con menosprecio los bienes y honores mundanos". Interesante: "pobre de espíritu" sería equivalente a "con espíritu libre respecto a los bienes y honores".
Jim Forest, en su libro, da al inicio de este capítulo una definición brillante: "Es la convicción de que no me puedo salvar a mi mismo, de que básicamente estoy indefenso, de que ni el dinero ni el poder me librarán del sufrimiento y de la muerte. (...) Pobreza de espíritu es mi convicción de que necesito la ayuda de Dios y su compasión más que ninguna otra cosa. Pobreza de espíritu es lograr liberarse de la tiranía del miedo, y el miedo es esa enorme fuerza que me impide amar. (...) Pobreza de espíritu es liberarte del yo y de todo lo que te mantiene encerrado en ti mismo".
Después, el capítulo desarrolla la relación de los santos con la riqueza material. Ha habido santos que han vivido con casi nada, otros modestamente y otros en medio de gran riqueza, como Santo Tomás Moro. Lo que les une a todos es la pobreza de espíritu, es decir, que "todos ellos se han acercado a Dios en un estado de abandono, considerando asunto de vida o muerte conocer la voluntad de Dios en sus vidas y vivirla".
Si reflexionamos sobre estas definiciones ¿podemos entender lo siguiente por pobre de espíritu, el primer escalón en la escala de las Bienaventuranzas?:
1- Con el espíritu libre de avaricia, de soberbia, de egoísmo, de miedo, de todo lo que se cruza entre uno mismo y Dios y los demás.
2- Consciente de la propia pequeñez, confiado en la gracia y el perdón de Dios.
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8 comentarios:
Vamos, olvidarse uno un poco de su espíritu para abrirse al Espíritu.
Yo lo veía como algo muy simple. Todos más o menos entendemos que es pobre, pobreza. Tiene que ver con las posesiones materiales.
Pues bien, pobres de espíritu es lo que indica precisamente que ser pobre, en el sentido evagélico, no tiene que ver con las posesiones materiales.
Y que ese es el pobre que todos debemos y podemos ser.
Así como rico no es necesariamente el que tiene muchas cosas materiales sino quien tiene puesto el corazón en tener cosas materiales.
Respecto a las definiciones que das al final me parecen bien, pero amplian mucho el sigificado y me pregunto: ¿no hay nombre para esas otras cosas?
O sea: "Con el espíritu libre de avaricia", ¿no sería generosidad?, "de soberbia", ¿no sería humildad?, etc., etc.
También para mi tiene una connotación de pusilánime, algo no muy deseable de todos modos. No me ha gustado nunca esa traducción, y un día dí con ésta:
"Bienaventurados los que tienen ESPÍRITU DE POBRES" y debemos serlo tanto en lo relacionado con lo material como con nuestra absoluta indigencia pues vivimos de lo que Dios por otros medios nos da en todos los ámbitos.
Buena refelexión, Fernando
Fernando, magnífica reflexión. Me ha gustado muchísimo y, sin duda, me ha sido de provecho.
Has dado justo en el clavo y lo has expuesto con mucha limpieza y concisión.
Estoy deseando seguir con esta serie.
Un abrazo.
Pedro hizo un acto de esperanza cuando le dijo al Señor: "lo que yo no soy capaz de hacer por mis propias fuerzas, lo espero de Ti, Dios mío, y no en virtud de mis méritos, ya que no poseo ninguno, sino en virtud de Tu sola misericordia".
Este pensamiento nace del hecho de conocer la profunda pobreza de corazón, la pobreza de espíritu. La verdadera esperanza, la teologal.
¡Por fin me entero de quoien son los pobres de espiritu!
... supongo que Dios que es la plenitud y que es sumamente bueno no puede amar la pobreza como tal porque es una carencia... (¿es así, no? Si no corregidme)
Nuestro problema es que nos creemos que somos "la pera limonera", y no es así, sin Dios no podemos nada. Esto enlaza con lo que dice el post al final, que tanto me ha gustado:
Consciente de la propia pequeñez, confiado en la gracia y el perdón de Dios
un abrazo!
Hola, Alejops, qué alegría volver a verte por aquí. Bienvenido, de nuevo.
El autor del libro van por donde dices, Juan Ignacio: lo centra en la relación de los santos con las riquezas, no todos vivieron con pobreza material pero sí con pobreza espiritual, desprendidos, como le pasó a Santo Tomás Moro, que cuando tuvo que renunciar a los palacios y al cargo por Dios y la Iglesia, lo hizo. Y sí, quizá el final me salió muy extenso, porque es un término que no domino, y me pierdo. Otros serán más sencillos, sin duda.
Así es, Alemamá, de entrada nos suena mal. Me gusta el cambio, espíritu de pobres, siempre que sean pobres generosos, no apegados a lo poco que puedan tener. Y tu matiz de pobreza ante Dios lo recogía el autor en su reflexión, la que me gustó tanto del inicio del capítulo.
Gracias por lo de la limpieza, Andy, de entrada no sabía cómo definir qué es pobre de espíritu, y cuando uno afronta un tema nuevo es fácil que caiga en el lío, en dar vueltas inútiles. Gracias.
Qué hermoso texto, Capuchina: de entrada no controlo a qué Evangelio te refieres, lo buscaré. Y, sí, tienes razón, hay una evidente relación entre pobreza espirtual y la virtud de la esperanza, así es.
¡Me alegro, María Jesús, bienvenida de nuevo!
Bueno, no sé mucho del Evangelio, Esperanza, pero Dios muchas veces habla con amor de la pobreza, pese a ser una mera carencia, como dices. Y, sí, el que realmente refleja bien la idea de invalidez es el autor en la cita inicial, la que me fascinó, yo sólo la resumí.
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