Asistió una enorme multitud, pero yo me moví con astucia, y acabé cerca del altar, en la plaza de Colón.
Habló brevemente el gran Kiko Argüello, muy aplaudido por los muchísimos kikos (neocatecumenales) que me rodeaban.
El Cardenal Rouco, en la homilía, fue muy prudente y no tocó temas políticos, para evitar el lío del año pasado. Tan sólo lamentó el terrible número de abortos que hay, y les llamó "auténticos santos inocentes de nuestra época". Grandes aplausos.
No llovió, gracias a Dios y a vuestras oraciones. Todo el rato estuvo cubierto, salvo en el momento de la consagración, en que por unos minutos se abrieron las nubes y salió un sol tibio.
En fin, en la Comunión se cantó el maravilloso poema de Santa Teresa, ya usado en la Beatificación de los 500 Mártires del siglo XX, en Roma, el año pasado:
"Véante mis ojos,
dulce Jesús bueno;
véante mis ojos,
muérame yo luego.
Vea quién quisiere
rosas y jazmines,
que si yo te viere,
veré mil jardines..."
lunes, 29 de diciembre de 2008
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1 comentario:
"Curiosa coincidencia" lo de la apertura de los cielos en el momento de la consagración ¿verdad?. A mi también me lo pareció.
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