lunes, 29 de septiembre de 2008

Catecismo (1): ateísmo

Parte 1, sección 1, capítulo 1, párrafos 27 a 49.

El capítulo empieza por el párrafo 27, donde se dice que “El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre”, de todo hombre, y que sólo en Él encuentra su felicidad. El párrafo 30 cita la famosa frase de San Agustín (“Nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en Ti”), y el 33 añade y desarrolla que “el hombre (todo hombre) se interroga sobre la existencia de Dios”. La citada búsqueda de la felicidad se recoge, mejor aún, en otro párrafo al que remiten el margen, el 1718, que ya no es teología, sino poesía: “(...) el deseo natural de felicidad. Este deseo es de origen divino: Dios lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia El, el único que lo puede satisfacer”. En fin, muy honestamente el párrafo 29 admite que mucha gente no sigue este deseo de conocer a Dios, por diversas causas, entre las que cita el mal ejemplo de los creyentes o la indignación por la existencia del mal en el mundo.

......

El párrafo 27, del que el resto es un desarrollo, me ha hecho pensar mucho. ¿Realmente se puede entender, hoy en día, que esto siga siendo así, que todo hombre tenga una tendencia natural hacia Dios? Mi duda viene del caso de España, donde hasta hace no mucho todos éramos educados en una visión creyente del mundo, incluso los hijos de los agnósticos o los ateos. Todo el mundo creía en el Niño Jesús en Navidad, el relato de la Pasión nos era familiar a todos, casi todo el mundo hacía la Primera Comunión. Por eso, se puede decir que la gente que era agnóstica o atea lo era al crecer, al madurar, como un rechazo a la tradición que había recibido y que, de mayor, abandonaba.

Ahora empieza a haber el fenómeno de niños ateos, cuidadosamente apartados por sus padres de cualquier formación religiosa, no digo sólo católica, sino religiosa. Yo he visto a niños que no comprendían las figuras elementales de un retablo, en una catedral (el Crucificado, la Virgen, los ángeles), y que sus padres se las explicaban con la condescendencia con la que podríamos hablar de las historia de Júpiter y de Venus; es fácil ver blogs o páginas webs de adolescentes y jóvenes con una visión totalmente atea de la vida (por ejemplo, ante la muerte).

Queda el tema de la felicidad. En España se ha generalizado una ética que podríamos llamar hedonista, moderadamente hedonista: la vida está hecha para disfrutarla, disfrutarla moderadamente, con inteligencia, sin hacer daño a los demás; no conviene sufrir si no es por una buena razón, y de ahí la comprensión general por la eutanasia.

Viendo a estos niños, que ya son ateos, me pregunto: ¿habrá en ellos, como dice el párrafo 27 del Catecismo, una tendencia a Dios, que en algún momento difícil de la vida les lleve a plantearse si sus padres no estaban equivocados, si realmente no existirá Dios (vamos, una crisis de fe, pero en sentido contrario)?

3 comentarios:

AleMamá dijo...

Dios tiene caminos que nosotros ignoramos. Un Frossard, un Agustín, un Ignacio de Loyola.... distintas educaciones y un denominador común: encontraron a Dios en "detalles" inesperados. Dios lo puede todo, y los chicos ateos no tienen toda la culpa y el Señor se los tendrá en cuenta para ayudarles.
Sigamos rezando, depende de nuestra fidelidad también.

Juan Ignacio dijo...

En algún momento alguna pregunta ha de surgir, en el último de los casos al final de la vida, pero quizás no sea tarde.

Fernando dijo...

Alemamá, es verdad que todo es un tema de oración, pero es algo que me asombra: que en un país que siempre ha sido cristiano, que el arte y al arquitectura han sido en buena parte católicos, ahora haya niños que parece que nacieron y se educaron en la URSS, en materia religiosa.

Juan Ignacio, espero que la crisis inversa de fe, si es que les tiene que venir, les venga pronto, y puedan disfrutar de la fe antes de estar muriéndose.