A medianoche, antes de acostarme, me asomo a la ventana. Da a una calle pequeña, poco transitada. Puedes estar 10 o 15 minutos sin que pase nadie: de vez en cuando un adolescente tonto, escribiendo frenético en su móvil. Aún hay muchas ventanas encendidas, los programas nocturnos son buenos.
Silencio.
Pero de repente pasa un taxi con la luz verde. Va lento y gira por otra calle pequeña.
Este taxi es el taxi de la crisis. Y es que antes, en los buenos tiempos, los taxis libres sólo iban por las calles grandes, pronto les llamaba alguien. Era difícil encontrar uno, sobre todo el fin de semana. Si te daba un infarto en mi calle y no te ayudaba nadie debías ir arrastrándote tú solo hasta la cercana avenida. Ahora el taxista, tras horas de fracaso, se mete por las callecitas buscando un cliente. Es difícil, pero es mejor eso que estar dos horas en la fila de la estación de Atocha, esperando a que lleguen los trenes.
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7 comentarios:
Buenos días Fernando. Sin duda la cola de Atocha sorprende más que la estación.En nuestro campo también hemos aprendido a callejear.Un abrazo.
España, país low cost, dijo ayer alguien en la radio, NIP, qué acierto.
No entiendo mucho ese afán de tanta movilidad. Colectivo, bus, taxi, bici, auto particular, es una fiebre extraña este acontecer.
Parece que las personas no disfrutan su hogar.
Cuando estaba en España frecuentemente me asomaba a la ventana a ver si la persona del edificio de enfrente veía el mismo programa de tv que yo, generalmente coincidíamos y me sentía muy contenta, ya que tienen una buena programación.
Aquí en Buenos Aires, en las circunstancias que relatas (un infarto por ej.) tienes que llamarlo por teléfono a un radio taxi de lo contrario es casi imposible conseguir uno a determinada hora, por la inseguridad. Antes (no muchos años antes) pululaban por la ciudad que nunca dormía,
Bueno, Ojo Humano, en una ciudad tan grande como Madrid es imposible ir andando a todos lados. Y, sí, ya lo dijo Pascal: la desgracia del hombre es no saber entretenerse solo en su habitación.
En Madrid, si te da un infarto, lo mejor es que Dios se apiade de uno, Alma, tal es la dureza de corazón: a lo mejor el taxista no te quiere llevar, no vayas a mancharle la tapicería.
Es el panaroma actual de cada ciudad.
Eso en taxis, pero qué me dices de los autobuses de servicio público.... han recortado tantos servicios que hasta eso cuesta ya coger. Para entrar a tiempo en el trabajo, debes salir con una hora más de antelación porque te pueden dar fácilmente 40 minutos en la cola y cuando llega, si es que puedes entrar, vas como sardina en lata.
¡Pobre taxista....pobre servicio y pobre usuario!!
Besos.
No sé en Sevilla, Yeste, pero antes en Madrid los taxis sólo iban por las grandes calles, era inútil esperarlos en una calle lateral. Me dio pena este hombre, dando vueltas por mi barrio, la verdad.
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