Todos tenemos defectos imposibles de superar. Sólo un milagro de la gracia de Dios nos permite evitarlos en lo que afectan a nuestra salvación.
Uno de mis defectos imposibles de superar es la cobardía.
Sabía que m jefe me iba a ordenar algo que yo no tenía obligación de cumplir y decidí decirle "no". Me dio la órden y, sin reaccionar, la cumplí.
Por un momento pensé "bueno, al menos cumplo las bienaventuranzas". Pero creo que eso es un error: la mansedumbre, la pobreza de espíritu, la limpieza de corazón no tienen nada que ver con la cobardía, sino con superar nuestra ira, nuestro odio, nuestra fuerza.
lunes, 26 de septiembre de 2011
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6 comentarios:
Bueno, contado así, no sé. Si es tu jefe, tu obligación es obedecerle, ¿no? A no ser que te encargue algo inmoral.
Yo hubiera reaccionado exactamente igual que tú, Fernando. Que difícil. Un abrazo y ¡ánimo!.
Tú que eres abogado, Paterfamilias, ya sabes que en Derecho Administrativo sólo es obligatorio lo que el Derecho dice que es obligatorio, no lo que se le ocurra al cantamañanas de turno.
Gracias de corazón, Jorge.
Puede que más que cobardía sea instinto de conservación. Si hubiera ido más allá de algo ético de seguro hubieras dicho NO y serías un héroe.
Saludos
Buen punto. Me gustó mucho el análisis que hiciste de tu caso. No parece mansedumbre. Confundirlo con mansedumbre y haber quedado conforme hubiera justificado aquello de Marx de que la religión es el opio de los pueblos.
Poder decir y manifestar lo que uno quiere no es malo si se trata de deseos legítimos.
No afectaba a la ética, Alemamá, en realidad era un tema trivial, quizá por ello me molestó tanto.
Eso me pareció, Juan Ignacio, de haberme creído santito por esto hubiera dado la razón a las tesis locas de Nietzsche sobre el cristianismo como excusa de los débiles.
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