Puente de Santiago Apóstol en la playa. Mis amigos podían quedarse unos días más, así que yo me volví a Madrid en autobús.
Ya en las horas previas me empezó a entrar la inquietud habitual, ¿quién me tocaría en el asiento de al lado? ¿Un caballero culto que detectara rápido mi ignorancia? ¿Una señora mayor de las que hablan y hablan? Resultó ser una chica joven, guapa, de unos 20 años. Le saludé con un "Hola" amable, me respondió con un "¿Qué tal?" correcto, me senté.
Tomé una decisión rápida: era ella la que debía tomar la iniciativa de conversar, si es que tal cosa le convenía. Yo soy -casi- de la generación de sus padres, un viejo pues, por lo que previsiblemente no entendería ni de sus gustos musicales ni de los avances de la informática ni de los actores de moda ni de su libertad sexual ni de su botellón. Recíprocamente, es probable que mi universo (política, religión, Administración pública, Deportivo de La Coruña, libros) le fuera a ella totalmente ajeno. Por eso mi decisión fue firme: que fuera ella la que hablara si es que le interesaba, no quería aparecer yo como un hombre mayor intentando ser simpático con una chica joven.
Se durmió rápido, luego se despertó, empezó a tocar su emisor de aire acondicionado, le ofrecí bajar el mío, "no, gracias", sonrió, calló, volvió a dormir, volvió a despertar, y todas las exclamaciones que hizo durante el viaje ("qué largo", "qué hartura") fueron para si misma, en voz baja.
El viaje de 5 horas fue rápido. Los dulces nombre valencianos (Finestrat, Muchamel, Novelda) dejaron paso a los duros castellanos (Abuzaderas, Alcazarejos), los verdes frutales de Levante fueron sustituidos por los desiertos o por las extensiones de viñedos.
Llegamos a Madrid ya de noche. "Hasta pronto" le dije, "suerte" contestó ella.
Abajo la esperaba su novio o su hermano.
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11 comentarios:
Sólo con leer la frase de los posibles intereses de ella se comprende que eres un reaccionario de mucho cuidado.
Antaño eran los jóvenes los que se inhibían para hablar con alguien mayor que ellos, y hoy es al revés.
Lo que yo trato de hacer es hablar de fútbol con quién sea, pues te da un tema neutro. Si es hombre y le gusta, no hay drama más allá de que te encuentre equivocada en preferencias y opiniones. Si no les gusta, tendrás de qué conversar sobre por qué no, y sabrás qué les agrada y puede dar pie a un aconversación más enjundiosa sin ser later.
Saludos. Qué bueno que has llegado. Pensé que andabas en Santiago..... nuestro patrono común.
Quizá te hubiese sorprendido...
Un saludo
Imagínate que la saco el tema y es del Barcelona, Alemamá, y viene todo el viaje contándome sus triunfos y sus glorias. En Albacete, a mitad de camino, me habría tenido que tirar del autobús en marcha.
Me hubiera sorprendido a mejor, sin duda, Kris, pero creo que hice lo correcto.
¡Deberías escribir un libro!, ¡qué bien narrado! jaja.
Hoy en día es muy fácil evitar el diálogo con tu vecino de asiento. La mayoría de la gente desde el minuto 1 se enfunda los cascos de la radio o el ipod, o se echa a dormir o comienza a leer.
En fin, ¿has disfrutado de la playita? Espero que sí.
Un abrazo.
Buenos días Fernando. Me pareció al leerte que compartía con vosotros el coche, toponimia, paisaje y compañía, me apasiona viajar en tren.Un abrazo.
Ella no, Andy, pero tanto una chica que iba delante como otra que iba al lado pasaban del móvil a la tableta, de la tableta al jueguecito, del jueguecito al móvil, cuando se quisieron dar cuenta ya estaban en Madrid.
Gracias, NIP, tú siempre tan benigno en tus juicios sobre mi blog.
Te deseó suerte... eso es buena señal ;O)
Veremos si tenía razón al decirlo, Miriam.
Epa, al final no cumpliste tu propósito: empezaste vos. (Con lo del aire).
Botellón, veré que es eso...
Muy bueno lo de los nombres de los pueblos.
Era una cortesía indispensable, Juan Ignacio, ella parecía congelada. Y botellón es un nuevo superlativo de botella, es la reunión de los jóvenes en la calle para beber, emborracharse y vomitar, se supone que lo prohibe la Ley, por eso debe ser tan popular.
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