lunes, 1 de marzo de 2010

Cuaresma

Ya pasó un tercio de la Cuaresma. Es necesario parar, examinarse y, si es necesario -en mi caso lo es- recuperar la "caridad primera" perdida de la que habla el Apocalipsis.

Tuve suerte. En la abarrotada Misa de Ceniza me tocó el cura que es predicador mediocre. Dijo una frase tópica, repetida, la de que siempre es tiempo de cambiar, de dejar de conformarnos con nuestros defectos y errores, esto no es nada original, pero el Espíritu sopla donde quiere y a mí la frase se me quedó retumbando en la cabeza, sí, ¿por qué no, por qué en estos 40 días no voy a poder superar -con la ayuda de Dios- esto y aquello, aquellos defectos en la oración y en la caridad?

Más complejo es lo de la penitencia. ¿Por qué hacer penitencia? De la respuesta a esta difícil pregunta dependerá que nos lo tomemos con mayor o menor seriedad.

Dos respuestas posibles, lo dijo el padre predicador mediocre y también algunos blogs:

para sentirnos tristes por no tomar chocolate y (a partir de ahí) por nuestros pecados y los pecados del mundo, preparándonos mediante esta tristeza al drama del Jueves Santo, si no no valoraríamos su gravedad,

para fortalecer nuestro carácter, si no será imposible abrazar la Cruz de Jesús.


Para mí sigue siendo más fuerte este argumento: ¡por contabilidad! Por cada pecado va aumentando nuestra deuda con Dios, cada pequeño acto de penitencia resta una mínima parte de esa deuda, sin olvidar nunca el chiste del padre Pablo, por muchas cosas que hagamos la deuda siempre será inmensa, estaremos siempre en manos de la Misericordia de Dios. En su día no supe explicarlo muy bien en el blog de Juan Ignacio, él no lo vio claro, y hoy tampoco soy capaz de desarrollarlo mejor, aunque para mí es algo evidente. Sólo diré que para evitar caer en un voluntarismo tonto es necesario, cada vez que renunciemos a algo, rezar un Señor mío Jesucristo o la oración que queramos.

¡A por los dos tercios que nos quedan!

15 comentarios:

Capuchino de Silos dijo...

¡Quilloooooooo!
Me has dejado "pasmá" leyendo el punto 200.
Te iba a hacer una pregunta, pero no.No me parece.
Mira, te digo: ni en Cuaresma voy a dejar de tener los pensamientos malvados que tengo referentes a los pencos. Es por lo que te digo que me voy a condenar.
Mi marido, como es de los tuyos, irá al cielo y yo le regaré las flores de su parcela para luego volver al otro lado.
Anda, hijo, que te ha faltado tiempo para poner esta "nueva entrada" ¿eh?
Te respeto y hasta te quiero un poco, mira. Lo digo delante de Dios.¿Eh?
Mi blog se va llenando de curas, pero como Terzio, ninguno.

Capuchino de Silos dijo...

Entre mis curas están: D. Enrique Monasterio, que ha escrito la cosa más bonitas que he leído últimamente; "El Belén que puso Dios". Lo debe leer todo el mundo, porque es M A R A V I L L O S O.
También hay otro cura "El blog de Rafael". Es otro estilo.Interesante con inquietudes cristianas. Y, por último, Terzio. Tiene en su blog un reloj con péndulo que se lo he copiado. Me enamoré del reloj y se lo dije. Me contestó que "en ese blog estaba prohibido enamorarse hasta de un reloj con péndulo".
Este último es mi cura.
La homilía del domingo es para copiarla, como todo lo que escribe.
Bueno, Fernando ya no te doy más "lata".
Un abrazo? Un hasta luego? Un saludo? Lo que quieras. Eres un sol.

Juan Ignacio dijo...

Fernando,

No puedo entender lo de la contabilidad. No sé cuál es el sustento teológico. ¿Hay realmente un efecto o una acción que se pueda contabilizar?

Te digo por qué yo hago penitencia (y debería hacer más): Pues porque tomo conciencia de lo alejado que estoy de Dios y me despojo de todo aquello que, sin ser malo de por sí, hace que me aleje de Dios.
(Las cosas de este mundo no son malas pero me apego mucho a ellas y me olvido de lo importante, de Dios).

Quizás mi problema con la contabilidad es un problema con la imagen. Es como lo de la balanza.

¿Hay algún efecto real en disminución o aumento de nuestra deuda con Dios? ¿Dice eso la teología en algún lado? (¿Quizás lo diga el mismo catecismo y ya lo olvidé?).

¿Cómo puede nuestra deuda con Dios siquiera ser mensurada? ¿Cómo puedo decir: va bajando o va subiendo (aunque sea mínimamente)?

Un abrazo.

Fernando dijo...

Querida Capuchina, no te dé vergüenza preguntar: la respuesta es no, no soy del Opus Dei, aunque cite a Camino.

Fernando dijo...

Querido Juan Ignacio, no fui capaz de argumentar bien en tu blog y tampoco voy a ser capaz de hacerlo ahora. Lo siento.

Mi único argumento es la cita que puse en tu blog (Lc 10, 13-14): Jesús elogia a los habitantes de Tiro y Sidón (paganos) que se arrepintieron de sus pecados e hicieron cosas asquerosas, echarse ceniza en la cabeza, vestirse con un saco, sentarse en el suelo, para mostrarle a Dios su arrepentimiento. ¿Por qué las hicieron, si no hay relación entre sus pecados previos y esos actos repugnantes? Pero sí que hay vinculación, aunque el Evangelio no la desarrolle y yo no sea capaz de explicarla.

Esa vinculación entre pecado y penitencia no es que Dios condicione su perdón o nuestra salvación a eso. Dios perdonó a los de Tiro y Sidón antes de que hicieran penitencia. No compramos el perdón de Dios.

La vinculación, creo, es que la penitencia sí es necesaria para restablecer nuestra buena relación con Él. A falta de argumentos teológicos ¿puedo usar un simil? Es como un esposo que hace una gran faena a su esposa, ella se enfada, él le pide perdón y ella le perdona. ¿Acaba ahí la cosa? Para lograr el perdón sí, pero para restablecer la buena relación no, es preciso que él, de inmediato, no se vaya al fútbol o a ver la tele con los amigos: es preciso que él renuncie a si mismo (con actos concretos, quedándose en casa) para que ella sienta que el deseo de él de volver a la relación es auténtico, no un mero cálculo.

Tu observación es exacta, propia de un ingeniero: no se pueden cuantificar ni nuestras ofensas a Dios ni nuestros actos de penitencia ni (en otro orden de cosas) nuestra oración. Eso es verdad, pero no del todo: las cosas no dan igual, no da igual hacer un acto de caridad al año que hacer 100, hacer un pecado que hacer 100; quizá la relación entre ellos no sea de 1/100, pero desde luego que el número de las cosas buenas y malas que hacemos no da igual.

Leo mi explicación. No logro aportar evidencia a mi razonamiento, lo siento.

Un cura dijo...

Ánimo, y que brille el amor primero.

Capuchino de Silos dijo...

He vuelto porque pensé que podrías estar un poco molesto conmigo.
Soy estúpida. Lo siento. ¡Discúlpame! De verdad. Te considero amigo y escribo como hablo en casa con mis amigos.
Tus convencimientos son muy cristianos y eso me encanta.
Me siento mal. Eres una bellísima persona y el post no tiene desperdicio. No estuve a la altura.
Pásate por mi rinconcito y si tienes ganas, mírate una peli que he colgado. Te va a encantar, estoy segura.

Un fortísimo abrazo.

Andy dijo...

Si unimos nuestros pequeños sacrificios al de Cristo en la Cruz (que se renueva siempre en la Eucaristía), éstos alcanzarán un valor tan grande que les serán agradables a Dios.

Ánimo y pa´lante!

Fernando dijo...

Querido cura, eso lo primero, siempre, aunque nos cueste mucho, al menos a mí.

Querida Capuchina, ¿qué es lo que me podría haber molestado de tus amables comentarios? No hay en ellos nada que no sea simpático. Incluso si me hubieras hecho la pregunta, hubiera sido una buena pregunta, porque si yo fuera del Opus Dei estaría encantado de decirlo, igual que estoy encantado de decir que no lo soy.

Querido Andy, eso es así, en el concepto de oración incluimos -creo- la Eucaristía, pues eso es lo que da valor a los demás, al margen de nuestra pobre mediocridad.

Juan Ignacio dijo...

No te creas que no explica. Explica, explica.

Consultando un poco me recomendaron ir al catecismo. Aún no fui, pero allí encontraría lo que vos decís, que ahora que lo recuerdo: la diferencia entre el perdón y luego el daño que hay que restablecer.

De todos modos debo seguir profundizando el tema. Porque hay algo que no me cierra.

Porque una cosa son los actos reparatorios concretos. Hice una falta de amor, hago actos de amor reparatorios. Negué ayuda, doy ayuda. Negué tiempo, doy tiempo. Una cosa son los actos reparatorios y otra las penitencias como el ayuno.

¿No son distintas clases de actos?

El esposo se queda con la esposa resignando un partido de futbol, para reparar el daño de alguna forma. Pero, ¿es lo mismo si en vez de quedarse sin ir al futbol hace ayuno?

O visto de otro modo, pero usando el mismo ejemplo.

La reparación del daño no es "no ver el futbol". La reparación del daño es "quedarse con la esposa".

Suelo entender al ayuno como el "no ver el futbol" (el sacrificio) que me hará capaz, mediante el desapego de lo material, de ejercer luego el acto reparatorio caritativo ("quedarse con la esposa").

Bueno, quedó todo así medio desprolijo, espero se entienda.

Fernando dijo...

Se entiende muy bien, Juan Ignacio, y creo que tenés razón.

Mi duda venía por ahí, no sé si el símil de la esposa ofendida lo lió y lo aclaró. La penitencia no es ser especialmente cuidadosos en lo que antes fuimos especialmente torpes (por ejemplo, uno que ha sido malvado con los demás y para remediarlo empieza a dedicar muchas horas a caridad con los otros), sino que hay una rara conexión entre cosas que no tienen que ver entre si (como pasaba con la ceniza de Tiro y Sidón).

El hombre que ha hecho una gran faena a la esposa (por ejemplo, gastarse el dinero del regalo de aniversario en una entrada cara de fútbol) no es que se ponga a ahorrar para hacerle el regalo en el futuro, sino que le dedica tiempo, materia en la que no le faltó al respeto.

Creo que vuelvo a liarlo.

...

(Frivolizando: ¡enhorabuena por el 0-1 a Alemania, tan prometedor. ¡Viva Higuaín!)

hna. josefina dijo...

Me parece que la penitencia ayuda, un poco, a pos-ponerse; cosa que no es tan fácil, y que ubica muchísimo: No ser yo el centro sino Dios y el hermano.
Puede pasar que me llene de orgullo y entonces no es buena.
¡Saludos!

Juan Ignacio dijo...

Se entiende, se entiende.

Consulta idiomática: ¿Qué es exactamente "liarlo"?

Mientras leí tu comentario justo escuchaba en una radio la repetición del gol, que no vi. Pero siempre es una satisfación ganarle a Alemania (excepto para Alemania).

maria jesus dijo...

Fernando, creo que te comenté en esta entrada, pero no lo debí de hacer bien, no veo el comentario.

De todas maneras hoy venía a pedirte un favor, cuando puedas pasate por mi blog

Fernando dijo...

Creo que tiene usted razón, hermana Josefina, en lo bueno y en lo malo de la penitencia.

"Complicarlo", Juan Ignacio; es muy usual en España.

No fue en éste, María Jesús, tu comentario fue en "Jordi Pujol (y II)", donde decías que estabas en el desierto. Ya fui por tu página.