Leo una noticia antigua, de febrero del año pasado, sobre la muerte de Eluana Englaro. La joven italiana estuvo 17 años en coma, hasta que su padre logró que dejaran de alimentarla. Fue un asunto muy parecido al de Terry Schiavo, en 2005: en aquella ocasión el familiar compasivo fue el marido, que quería cobrar un seguro de vida.
Los casos de Terry y Eluana tuvieron una gran ventaja, permitieron descubrir una falsedad de los pro-eutanasia, la de que es siempre una decisión voluntaria, el hombre libre y adulto que decide sobre su vida y su muerte. No, ni a Terry ni a Eluana se les pidió opinión ni se hizo cumpliendo su voluntad: la eutanasia no es sólo para cumplir la voluntad del enfermo, sino también para librarse de él. En España tuvimos el caso Leganés, que no es el momento de desarrollar.
Confieso que hay para mí un ámbito confuso en esta materia. Están los casos claros en que no se puede hablar de eutanasia, pues el enfermo ya no es propiamente un ser vivo, sino una prolongación de la máquina: es el encarnizamiento terapeútico, que la Iglesia autoriza a parar (creo), porque el enfermo no tiene ya solución y su vida habría llegado a su fin sin tantos tratamientos. En el otro extremo estaría la eutanasia activa, que es cuando alguien (por ejemplo, el médico) hace una acción dirigida a provocar la muerte (por ejemplo, inyectando veneno) o a adelantarla (por ejemplo, pasándose con el sedante, como en el caso Leganés). Muy cercano a esto es el suicidio asistido (caso Ramón Sampedro, en España), en que el que quien se mata es el enfermo, pero mediante un medio (por ejemplo, veneno) que ha de procurarle otra persona.
El ámbito confuso, que debo estudiar más, es cuando al enfermo (que tiene vida propia, que incluso puede estar consciente) se le retiran los tratamientos gracias a los cuales podría haber vivido más años, quizá con graves dolores, y al hacerlo se deja libre paso a la enfermedad. No entiendo muy bien este caso, he de estudiarlo (por ejemplo, en la Dignitatis personae).
No hubo confusión en los casos Terry y Eluana, como tampoco, en España, en el de Inmaculada Galván, que era plenamente consciente y que quiso que le quitaran el ventilador que le permitía vivir. En estos casos no eran personas con una vida artificial, ellas realizaban sus funciones orgánicas normales, pese a estar en coma. ¡Vivían! Durante el caso Eluana se me ocurrió un símil muy bueno: es como si alguien tiene un accidente, pierde las manos, hay que darle de comer y beber y alguien decidiera no darle más comida y bebida hasta que muriera. ¿No sería eso un cruel asesinato?
En medio de tanta tristeza, en España hay un alivio. Parece ser -yo no lo vi directamente- que en una entrevista Zapatero dio por cerrada la reflexión y discusión sobre este tema hasta la próxima Legislatura, no está en situación electoral de volver a tener broncas como la del aborto. Esto es una alegría, pero no conviene bajar la guardia: si se acercan las elecciones de 2012 y ve claro que va a perderlas, que los socialistas pueden irse del poder durante 4 u 8 años, es posible que al final tome la decisión deseperada de tramitar esto, impedir que la conquista social quede aparcada hasta que ellos volvieran a ganar en 2016 o 2020.
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5 comentarios:
Fernando,
El tema, como todos, tiene sus puntos límite. El Magisterio de la Iglesia es muy claro, pero precisamente la definición de cuándo es ensañamiento creo que en definitiva hay que evaluarlo en cada uno de los casos, teniendo las premisas del magisterio a mano y con recta intención.
Con respecto al Magisterio no conozco "Dignitatis Personae" pero la que es muy clara al respecto es la "Evangelium Vitae", "gloriosa" encíclica de Juan Pablo II.
stado muy pendiente en su momento de estos temas (también de Terry Schiavo) pero hoy en que ya llevamos once temblores con tres de más de 6 de Richter (terremotos les dicen en cualquier parte del palneta) no puedo pensar mucho....
Un saludo tempbloroso.
Yo no lo veo tan confuso, pero de todos modos por eso se está fomentando o poniendo de moda el llamado "testamento vital" por el que un individuo expresa qué hacer con su vida si llegado el momento no puede decidir por sí mismo. Creo que es algo que debería hacer todo aquel a favor de la eutanasia, para así librar de problemas legales y éticos a los demás.
Saludos
A veces la linea entre vida y muerte es tan fina, que da miedo. Caso trasplantes de corazón, por ejemplo.
Juan Ignacio, el Magisterio es claro, pero hay que estudiarlo, cosa que yo no he hecho con la debida atencion: por ejemplo, no he leído la encíclica que citas. Respecto a la Dignitatis personae, que no es del Papa sino de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en su momento provocó en España mucha bronca, pues estos temas están todo el día en discusión.
Leí tu post sobre la toma de posesión, Alemamá, dejé un comentario, a ver si paran de una vez los temblores y Piñera (¡qué apellido tan español!) se puede poner a trabajar. Felicidades, una vez más.
Lo del testamento vital es importante, Ramón, pero en mi opinión ni aunque uno diga que quiere que le maten, en ciertas circunstancias, quedaría justificado que le matasen; menos aún si uno no ha dicho nada, como en los casos Eluana y Terry.
Es una línea tan sútil, María Jesús, que no se debería tolerar que gente como Zapatero jugara con ella, ¿verdad?
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