lunes, 27 de julio de 2009

Catecismo (14): pecado original

Parte 1, sección 2, capítulo 1, artículo 1, parágrafo 7, párrafos 385 a 421.

Tras hablar de la creación del hombre (parágrafo 6) el Catecismo nos explica el pecado original. Este orden se debe a un criterio cronológico (siguiendo la narración del Génesis, capítulos 1 a 3) y a otro lógico (Dios creó al hombre, pero ¿ya le creó pecador?).

El hombre peca, peca constantemente, hay en él una tendencia al mal, pero esto -explica el Catecismo- no es culpa de Dios, que creó al hombre “en un estado de santidad y de justicia original” (pár. 375): es culpa de Adán y Eva, que cometieron el pecado original de comer de la manzana prohibida, e incluso, antes que de ellos, pues aún eran espíritus puros, es culpa del diablo, que les tentó. Por ese pecado original, Adán, Eva y todos sus descendientes -nosotros- perdimos la gracia original y nos volvimos pecadores.

Pero ¿cómo es que esa falta personal de Adán y Eva tuvo consecuencias para todos, para cada uno de nosotros? Con gran humildad, el Catecismo reconoce que la Iglesia no tiene una respuesta clara a esta pregunta: “la trasmisión del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente” (pár. 404). Esto no significa que sea falso, o una ficción: es una “verdad esencial de fe” (pár. 388). El importantísimo pár. 404 intenta aclararlo: “Adán había recibido la santidad y la justicia originales no para él solo, sino para toda la naturaleza humana” , por lo que su “pecado personal” contagia esa “naturaleza humana” de todos sus descendientes: “Por eso, el pecado original es llamado “pecado” de manera análoga: es un pecado “contraído”, “no cometido”, un estado y no un acto.

El Catecismo (y, en concreto, el pár. 402) deja claro que esto del pecado original no es una invención de la teología católica posterior, sino que ya aparece en San Pablo, en la carta a los Romanos (5, 12-21):

“Así, pues, como por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos habían pecado ... (...) Por consiguiente, como por la transgresión de uno solo llegó la condenación a todos, así también por la justicia de uno solo [Jesucristo] llega a todos la justificación de la vida”.

(Eché en falta en el Catecismo una aclaración muy importante: si no creemos que el Génesis sea un relato literal, sino “un lenguaje hecho de imágenes” (par. 390), ¿cómo se aplica la existencia del pecado original (“acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre”, según el pár. 390) a los hombres primitivos, descendientes del mono? ¿Descendemos todos de uno solo, al que Dios otorgó el alma, que ya tenía cierto uso de razón y cierta capacidad moral, y que hizo algo indebido?)

Efectos inmediatos, desastrosos, del pecado original: el hombre pasa a tener miedo a Dios (pár. 399), deja de dominar sus pasiones (pár. 400), se pelea con la mujer, Eva (pár. 401), y ¡ay! muere (pár. 401); “desde este primer pecado, una verdadera invasión de pecado inunda el mundo” (pár. 401).

Pecado original y Redención Si no se cree en el pecado original, que nos contamina a cada uno, no se puede entender correctamente el sentido de la Redención de Jesús, de su Nacimiento, Muerte y Resurrección: “Es preciso conocer a Cristo como fuente de la gracia para conocer a Adán como fuente del pecado” (pár. 388); “Jesús es el Salvador de todos los hombres (...) todos necesitan salvación y que la salvación es ofrecida a todos gracias a Cristo (...) No se puede lesionar la revelación del pecado original sin atentar contra el Misterio de Cristo” (¡¡¡¡¡) (pár. 389).

(Me pareció muy interesante el pár. 406. Para defender toda esta doctrina, la Iglesia ha tenido que luchar contra dos errores contrapuestos sobre los efectos del pecado original: contra Pelagio (Concilio de Orange), que decía que el hombre podía salvarse por si solo, sin la gracia de Dios, y que el pecado original de Adán no era más que un mal ejemplo; y contra la Reforma protestante (Concilio de Trento), que dijo que el pecado original dañó sin arreglo posible la naturaleza humana, anulando su libertad)

(En fin, una última aclaración sobre el pecado original, que parece escrita para las Leyes de educación en España: por él “el diablo adquirió un cierto dominio sobre el hombre, aunque éste permanezca libre (...) Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social y de las costumbres” (pár. 407))

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Así acaba la explicación sobre Dios Padre, que ha ocupado el capítulo 1 sobre el Credo, “Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra”. Este final coincide con las vacaciones de verano, así que -por una feliz coincidencia- en septiembre comenzaré con el capítulo 2, ”Creo en Jesucristo”.

6 comentarios:

alejops dijo...

Genial, Fernando. Dentro de unos añitos te veo en una facultad de teología.

Gracias por la aclaración sobre el pecado original porque una vez me dijo un cura, medio en broma medio en serio, que eso se lo había inventado San Agustín.

Ah, una cosa, el Génesis no dice nada de manzanas. Creo (pero que no se me haga mucho caso) que fue un error de traducción del latín. "Malus" es "manzano" y se parece a "malum", que es "mal". El árbol no es un manzano, sino simplemente "el árbol de la ciencia del bien y del mal". Que eso no significa que el pecado del hombre sea querer conocer el bien y el mal, querer saber, sino querer decidir lo que está bien y lo que está mal.

Bueno ya, que me enrollo. Te vamos a echar de menos si no nos escribes nada en agosto. Felices vacaciones.

Fernando dijo...

Hola, Alejops, eres muy amable, pero nunca pasaré del nivel de simple aficionado que lee el Catecismo.

¿Eso te dijo un cura? ¡Cómo está el clero!! Por eso, el Catecismo se esfuerza en citar a San Pablo, que lo dice bien claro. Imagino que, a su vez, las ideas de San Pablo serían las habituales entre los rábinos, al estudiar el Génesis.

En fin, gracias por la aclaración sobre la manzana: mi error te demuestra hasta qué punto no soy más que un aficionado.

alejops dijo...

Estoy seguro de que disfrutarías mucho estudiándola.

Juan Ignacio dijo...

Fernando,

Recién me lo termino ahora este post. El párrafo de "Eché en falta una aclaración..." es muy interesante. Comparto esa inquietud.

Saludos.

PD: Dentro de poco leeré un libro que se llama "Creación y evolución" en donde espero ver algo de esos temas.

Fernando dijo...

Seguro que me gustaría, Alejops, pero ya sabes que soy un poco vago: debería cerrar el añó con "Catecismo (40)" pero nos quedamos en "Catecismo (14)"; en fin, no hay que despreciar la eficacia futura de la gracia de Dios.

Interesante libro, Juan Ignacio. La verdad, también eché en falta la aclaración sobre Génesis y teoría de la evolución cuando leí, en el Catecismo, la explicación sobre la creación del hombre, que se nos dice que no tiene que ser literal, que puede ser simbólica. Ojalá el libro te lo aclare y tú nos lo aclares a los demás.

Dyas dijo...

Pues si“la trasmisión del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente” (pár. 404), sobran todas las demás explicaciones.