Misa de domingo de 12, en la parroquia. Como ya expliqué en el gran blog de Alemamá, hay allí dos coros: el que llamaríamos coro menor, 6 o 7 señoras bien intencionadas con un señor que toca la guitarra, con canciones fáciles que todos nos sabemos, y el coro mayor, buenas voces masculinas, buenas voces femeninas, un director, guitarras-triángulo-flauta, con canciones tan buenas y tan difíciles que todos los domingos han de repartir la hoja con la letra y la música. En la Misa de 12, en la que estuve, canta el coro menor; en la de 1, en la gran Misa del párroco, el mayor.
Y la homilía. ¿Cómo lo diríamos? Nuestra fe católica es como un edificio de 5 o 6 pisos, y cuanto más alto es el piso más elevados son las ideas y los sentimientos. Habitualmente, casi todos nosotros vivimos en el piso 1, el más bajo: "Dios existe, pídele cosas, Dios te vigila, no robes, no hagas maldades, no tengas relaciones fuera del matrimonio, ve a Misa el domingo, amén". A veces, con la gracias de Dios, subimos al piso 2: "Dios no sólo existe, sino que te oye y te quiere, háblale ahora; no sólo no hagas daño a los demás, ayúdales como te gustaría que ellos hicieran contigo; lee el Evangelio, Él ha venido a hablarte y ahí está lo que te dijo; has molestado a Dios, confiésate". ¿Alguno de nosotros llega a vivir en el 3?
Pues bien, una homilía, una buena homilía, es como un ascensor, que por unos minutos te sube al piso 3, al piso 4, al piso 5, te hace intuir las maravillas de nuestra fe, y lo lejos que podrías llegar si fueras un poco más santo. Al salir de Misa vuelves a bajar al piso 2 o al 1 en que vives, pero por unos minutos has estado casi en la azotea. Así, el cura habitual de las Misas de 12 de mi parroquia es buen predicador: todos los domingos llegas al piso 3, e incluso algunos al 4.
Este domingo vino uno nuevo. Al llegar el momento de la homilía, gran expectación: ¿a qué piso llegaríamos? Hay que tener en cuenta que el Evangelio había sido el inicio del de San Juan, lo que es como decir que tenía a su disposición un ascensor de tecnología atómica. Sin embargo, pronto gran desilusión: el mensaje era que somos egoístas y que no hay que ser egoístas sino querer a los demás porque es importante querer a los demás porque si no somos egoístas y no queremos a los demás ... Así 20 minutos. Es verdad lo que dijo, es heroico vivirlo, pero, tras ese Evangelio, ... Pronto empezaron a darse malos fenómenos, como que alguien hacía caer su bolso al suelo y todo el mundo miraba hacia allá, para entretenerse.
Salí algo triste de la iglesia, pidiendo a Dios que nos dé sacerdotes que sepan manejar los ascensores (al menos, hasta el piso 3).
lunes, 5 de enero de 2009
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6 comentarios:
Eso de los pisos en el edificio está muy interesante (tiene una imagen edilicia o constructiva, como la que usa Santa Teresa cuando escribe "Las Moradas o El castillo interior", salvando las distancias, si no te ofendés, y no se ofende ella).
Es todo un tema el de las homilías y esta entrada es muy buena.
PD: A los colores ya me estoy acostumbrando.
Querido Juan Ignacio:
Espero que no se ofenda ella, para mí es un honor. Por supuesto, la idea de la vida espiritual como un edificio es, en mi caso, una idea copiada.
Pero: ¿está bien o no el color????
No sé si me gusta el celeste pero la idea de hacer el año del cielo me parece muy original y justifica cualquier color.
Querido Juan Ignacio:
En el sentido en el que lo dices, depende más del contenido que del color, me parece.
Insisto: ¿estás conforme con el nuevo color, o te parece más conveniente algún cambio?
Insisto, ya dije todo lo que tenía que decir, señor Fernando.
Comprendido.
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