viernes, 10 de octubre de 2008

Catecismo (2): Revelación

Parte 1, sección 1, capítulo 2, artículo 1, párrafos 50 a 73.

Tras explicar en el capítulo anterior que el hombre tiende a Dios, en éste se desarrolla que Dios se revela al hombre a través de los siglos. Lo hace libremente (párrafo 50), para que los hombre puedan "responderle, conocerle y amarle" más allá de lo que les permitiría su sola razón (párrafo 52). El párrafo 53 cita una frase muy bella de San Ireneo de Lyon: a través de los siglos, según se va revelando, Dios se acostumbra al hombre y el hombre se acostumbra a Dios, como en un noviazgo, añado yo.

En los párrafos 54 a 65 se resumen las etapas de esta Revelación, comenzando por Adán y Eva, terminando por Jesús. Al hablar del fin de la Revelación en Cristo, el Catecismo usa una frase excelente en el párrafo 66, que da paso al capítulo siguiente: "aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada", y ahí es donde entra en juego la Iglesia: se trata de estudiar la alegación de Lutero (sin citarle), relativa a que si la Revelación, el Evangelio, son suficientes, qué derecho tiene la Iglesia a seguir inventando normas y doctrinas.

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No se puede pensar en la Revelación sin pensar en la Iglesia.

Intento ver la Revelación desde los ojos de un deísta, de alguien que cree firmemente en la existencia de Dios (o del Ser Supremo) pero al que le parece absurdo pensar que Él se ha revelado durante siglos a los hombres, y ha dictado cientos de páginas de los libros sagrados de las religiones, en concreto del Evangelio. Desde el punto de vista de ese deísta, ¿qué se pierde antes? ¿Deja de creer en la Revelación porque deja de creer en la Iglesia o deja de creer en la Iglesia porque deja de creer en la Revelación? Probablemente, lo primero: se cree (o se deja de creer) en la Iglesia, después se cree (o se deja de creer) en la Revelación, en el Evangelio.

Que éste es el orden (1º Iglesia, 2º Evangelio) se ve en dos ideas:

1º Hay gente que cree en la Iglesia sin dar el segundo paso, sin conocer bien el Evangelio, pues no lo leen; conocen bien los mandamientos de la Iglesia pero no el Evangelio.

2ºHay gente culta, deístas, agnósticos, que conocen bien el Evangelio, pieza fundamental de nuestra cultura occidental, sin que ello le lleve a creer que eso es la Palabra de Dios. Les parecerá que sus autores, los hombres que los escribieron, eran hombres inteligentes de buenas intenciones, pero nunca creerán que Dios ha inspirado esas páginas.

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La lectura de la institución de la Eucaristía puede conmover a cualquier persona sensible, pero por mucho que lo lea, quizá no llegue a creer en la presencia real de Cristo.

El que se acerca a la vida de una parroquia o de una familia católica puede acabar convirtiéndose por su buen ejemplo y creer, entre otras muchas cosas, en la Comunión, que empezará a recibir con devoción, aunque a lo mejor no sepa leer y no conozca bien el pasaje del Evangelio.

Así que creo que el orden es: creer en la Iglesia, creer en la verdad de la Revelación en el Evangelio.

(Salvando siempre, claro, la inspiración directa que el Espíritu Santo pueda hacer en el corazón del que no cree, de la forma que le parezca más oportuna, sin límites)

2 comentarios:

Juan Ignacio dijo...

Muy interesante. Primero la Iglesia. Y la idea cierra desde otro punto de vista también.

El encuentro siempre debe ser con Jesús y de ahí la conversión (como recordó hace poco Benedicto XVI en "Deus caritas est"). Así que es lógico que el encuentro sea primero con la Iglesia, que es la que "continúa" a Cristo en este mundo.

Anónimo dijo...

Querido Juan Ignacio:

No te imaginas cómo te agradezco el comentario.

Menos mal que no viste nada heterodoxo en mi opinión, temí haberme equivocado en algo grave, pese a haberlo reflexionado mucho.