miércoles, 23 de noviembre de 2016

Paz, Roma, oración, tradiciones, Virginia Woolf

Me agobian las cosas de la vida. Cuantos más años tengo más me agobian, debería ser al revés.

Le pido a Dios que me dé paz.

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Triste por no viajar a Roma en enero. El amigo con el que suelo viajar no puede ir y me da apuro decirle que me voy solo.

Lo bueno: tendré más días para disfrutar de Madrid y sus alrededores.

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Fascinado con el descubrimiento hecho al leer el Evangelio de San Juan: también se puede rezar a Dios Padre y a Dios Espíritu Santo.

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Sigue el proceso de re-tradicionalización de la parroquia por el nuevo párroco. Lo último: vuelve a sonar la campanita durante la consagración.

Estoy muy conforme con todo esto.

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Empiezo a leer a Virginia Woolf. Creo que me va a gustar.

14 comentarios:

ojo humano dijo...

¿Qué son las cosas de la vida?
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Roma, un lugar que en una alta probabilidad jamás conoceré. Claro está, eso no me quita el sueño porque tampoco conoceré EEUU ni China, ni la India ni...uf...solo de pensarlo me cansa. Prefiero mi jardín, aun con palmeras traidoras.
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Interesante eso de orar a Dios Padre, pensé que lo sabíais, como el Padre Nuestro.
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Buenas lecturas y que haya paz.
El otoño es espectacular para leer lo que sea. Yo avanzo por la Biblia a paso de tortuga, recién en 1 Samuel. Y con una primavera que ni te cuento, hoy con unas nubes negras y con pronóstico de lluvia después de unos días de 33 grados de calor ¿quién lo entiende?
Espero que tu otoño sea estable.

Fernando dijo...

Ya te comentaré lo de la lectura, Luisa. Sería un plan bien divertido, lo del viaje, no sé si será viable. Y gracias por rezar: es raro que los años no den más paz sino más inquietud.

Todo, Ojo Humano: los problemas, los demás, las obligaciones. Igual nos pasa a todos, hay mucho mundo que nunca veremos; yo ya conozco Roma, pero por alguna causa estoy obsesionado con volver. Siempre se lo he rezado a Jesús: Él también es nuestro padre, Él también está en el cielo. Nuestro otoño va frío y lluvioso, después de un septiembre y un octubre extrañamente cálidos y secos.

dijo...

Si puede, vaya a Roma. Su amigo entenderá que Roma llama y hay que saber escuchar para amar. Saludos fraternos.

dijo...

Mísera Virginia.... pecado familiar, desorden, inmoralidad, vicio, y finalmente suicidio, huellas y rastros de otra obra culminada por Satán. Misterio de iniquidad. Saludos fraternos.

ojo humano dijo...

Estimado, no se desaliente, hay tanto por vivir y compartir, tanto por conocer (en la medida de lo posible), los pequeños problemas se solucionarán con la ayuda de Dios y su Santo Espíritu. Aferrarse a la fe y comer esos ricos dulces que te gustan, una buena sopa o un buen café...te ofrezco mi receta de té masala:
un buen té de hojas
canela en trozos
estrellas de anis
cáscara de naranja
Un poco de ralladura de jengibre
unos 2 clavos de olor
Calientito, a disfrutar!!!

Fernando dijo...

Hay que conocer los propios límites, Kim. Y la vida de VW pudo ser muy mala, yo no lo sé, pero la novela Las olas es, por ahora, interesante.

Gracias por la receta, Ojo Humano, yo soy más de café; y sí, es tiempo de oración, más aún que otras veces. Gracias.

Juan de Aquí Estamos dijo...

Yo estoy leyendo en estos mismos días Flush, de Virgina Woolf.
Leí solo un poco sobre su vida para saber algo y ya lo creo que no es nada envidiable.
Y no sé el mensaje final o conclusión, si es que tiene algo así este libro, pero yo leo cosas que son magníficas. Y que si la autora no las vio con un sentido trascendental, bien podrían tenerlo. Y solo literariamente hablando también tiene cosas muy originales y agradables:

"Aún hoy, quizás experimenten ese mismo temblor cuantos llamen a una casa de Wimpole Street. Es la más augusta de las calles londinenses, la más impersonal. En efecto, cuando parece que el mundo va a hacerse trizas y que la civilización se va a derrumbar, basta ir a Wimpole Street, recorrer pausadamente aquella avenida, contemplar las casas, fijarse en su uniformidad, maravillarse ante las cortinas de las ventanas y su consistencia, admirar sus llamadores de bronce, observar cómo entregan los carniceros su sabrosa mercancía y cómo la reciben los cocineros, enterarse de las rentas de los inquilinos y deducir de aquí la consiguiente sumisión de éstos a las leyes humanas y divinas... Sólo hay que ir a Wimpole Street y saciarse allí de la paz que se desprende de aquel orden para que podamos respirar tranquilos, contentos de que si Corinto ha caído o Mesina se ha derrumbado, o si mientras el viento se lleva las coronas y se incendian los imperios más antiguos, Wimpole Street sigue imperturbable. Y, cuando salimos de la calle Wimpole para entrar en la de Oxford, nos sube una plegaria del corazón a los labios para pedir que no muevan ni un ladrillo de Wimpole Street, que no laven sus cortinas ni deje el carnicero de entregar, ni de recibir el cocinero, el lomo, el anca, la pechuga o las costillas, por los siglos de los siglos... Pues, mientras exista la calle Wimpole, está segura la civilización".

Fernando dijo...

Extraordinario texto, Juan Ignacio. Ya tengo ganas de leer ese libro y lo haré antes o después.

Sólo había leído Orlando, hace muchos años. He comenzado por Las olas, seguro que lo conoces. Sucesivamente reproduce los monólogos interiores de 6 amigos (tres chicos y tres chicas) que van creciendo según avanza la novela. Al leer todas las reflexiones vamos comprendiendo lo que pasó.

La novela tiene una profundidad que me hace avergonzarme de algunas novelas de autores españoles de esa misma época (1931) que he leído recientemente.

Mi intención es ir sacando todas sus obras de la biblioteca pública, así que antes o después llegaré a Flush: ya te contaré.

ALMA dijo...

Calma Fernando, calma y a disfrutar las pequeñas cosas de la vida.

Vale la pena ir a Roma y si tu amigo no pudo o no quiso o lo que fuere, habla con él y marchate tu solo, nunca se sabe si hay otra oportunidad. Al menos eso hago yo

Me uno a Luisa y yo también te acompaño, jajaja, como decimos aquí: dos son compañía, tres multitud, jajaja.

Que buena la receta de Ojo H, gracias, sin duda en otoño la probare, ahora estamos con 30 grados.

Sigue con tus lecturas, disfrutando y saboreandolas, vale la pena.

Fernando dijo...

Eso es lo importante, Alma: lo pequeño de cada día.

No sé, soy débil de carácter, temo disgustar a los demás. Y haríamos un buen grupo los 3 por Roma.

Así es, cogí el libro ("Las olas") sin saber de qué trataba y es una maravilla, ya te contaré.

Juan Ignacio dijo...

Fernando, es lo único de VW que leí. Primera vez para mí.
Flush está bien. No puedo decir que es algo que me encantó. Tiene párrafos buenos como ese, eso sí.

Fernando dijo...

Vaya. Creí que era una lectura habitual tuya, Juan Ignacio.

Me leeré Flush. Poco a poco iré sacando todas sus obras en la biblioteca pública. He consultado y ésta la tienen. Ya te contaré.

Anónimo dijo...

Hecho Fernando, como decimos por aquí: vamos que nos vamos los 3 a Roma!!!!!!!!!!! jajaja,


Soy Alma y como no tengo conexién estos días, estoy en un lugar público y tengo que aparecer oculta, jaja.

Gracias Fer.

Fernando dijo...

Todo se andará, Alma querida.