Cuando compré mi piso, hace casi 20 años, me presentaron al presidente de la comunidad de vecinos. Era un hombre mayor, gordo, pomposo, que hablaba escuchándose a si mismo con admiración. Me dio la bienvenida, me explicó que llevaba muchos años seguidos en el cargo y se definió a si mismo como "el patriarca de la comunidad". Me sentí en medio de la tribu bíblica de Neftalí o de Zabulón.
Pasaron los años. El patriarca siguió un tiempo en el cargo, luego -muy mayor- lo dejó, luego -aún más mayor- se murió y luego -hace poco- murió su viuda (que, aclaro, nunca fue la matriarca de la comunidad). Sus muchos hijos y herederos pusieron en venta la vivienda, que es la que está un piso más arriba, frente a mi ventana, en el patio. Lo pusieron en venta, pero muy caro, y años después sigue abandonado, esperando comprador.
El patriarca desapareció y también lo hizo la comunidad. Cada vez ha habido más odio entre nosotros. No exagero al decir lo siguiente: en la última reunión, en febrero, me fui antes del final por temor a que hubiera violencia física entre nosotros. Odio los conflictos.
Hace unas noches, poco después de la junta violenta, me he llevado un susto horrible. Al ir a acostarme me asomé a la ventana para bajar la persiana y la luz en el piso vacío del patriarca estaba encendida. Los hijos debían haber ido a algo, quizá a enseñárselo a un posible comprador, y por descuido debieron dejar la luz encendida. No sólo eso: dejaron las cortinas corridas, por lo que desde mi dormitorio veo la lámpara, la moldura del techo, la parte alta del armario, todo en un estilo clase-media-española-pretenciosa-años-60. Bajé corriendo la persiana, temiendo que fuera a asomarse el fantasma del patriarca. Pero incluso así la luz se filtraba a mi cuarto oscuro. Desde entonces han pasado varias noches y la luz sigue encendida. No me atrevo a asomarme ni a recoger la ropa cuando anochece, siento que en cualquier momento puede aparecer el muerto y decirnos, escuchándose, "¡No se os puede dejar solos!".
jueves, 13 de marzo de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
12 comentarios:
Jajajaja, ¡¡qué miedoso eres!!....¿no sería mejor que alguien se pusiera en contacto con la familia?, debe haber sido un olvido y cuando venga la factura de la luz, del susto, son capaces de hacerle compañía al padre.
En todas las comunidades se cuecen habas.
Besos apretaos
¡Pero qué miedo!
Buuuuuuuuuuuu es el fantasma del patriarca!!!! jaja
Entiendo tanto temor porque yo estaría debajo de la cama, por si las moscas!!!
Nosotras creemos que es mucho más terrorífico lo de las reuniones de vecinos que un pobre patriarca deambulante nocturno...
Hummm... El amor fraterno no es lo que prima entre nosotros, Yeste, el patriarca y su señora eran buenas personas, pero con los hijos no tenemos nada, así que no creo que les llame nadie.
Así es, Carmen, bienvenida.
Eso es lo malo, Alma, que la luz fantasmal cae sobre mi dormitorio, toda la noche.
Así es, Babunita, son mil veces más temibles los vivos que los muertos, al menos en mi casa. Bienvenidas.
jo, jo, buenísimo
JA,JA,JA, gran historia.
Cómo si creyeras en fantasmas, claro que no alcanza para dar miedo.
Gracias por el momento, me he reído -perdone Dios-, de la desgracia ajena.
Buenos días Fernando. Genial analogía, es cierto, cada vez hay más odio en nuestra comunidad de vecinos, escasea la paciencia y falta la educación y el respeto a los valores, los principios y la Ley de Dios. No avanzamos hacia la paz. Un abrazo.
Temía que durante mi ausencia hayas abandonado el blog, pdro me hs encontrado con dste delicioso relato con fantasma incluído.
Estoy hospitalizada, querido Fernando. Espero que al recupedawla salud pueda volver con ánimo a Bloguilandia.
Saludos del sur del mundo.
Jajaja, Juan Ignacio.
No creo en fantasmas, Ojo Humano, pero impresionaba ver la luz encendida en medio de la noche. Menos mal que ya hubo alguien que la apagó.
El pecado original sin el paliativo de la confesión se ve en pequeñas cosas como éstas, NIP: la comunidad de vecinos, el tráfico, el saltarse las colas,... No hay que ser un gran teólogo para ver lo que hay de fondo.
Paso por tu blog, Alemamá. Menos mal que has vuelto.
jajajajajajajajajajaja pues oye, ya nos contarás, mira que si además de patriarca ejerce de fantasma :)
Pues una pena. Lo de la violencia, digo.
Qué difícil es la convivencia entre vecinos.
Mucho ánimo y agua bendita jajaja
Besos mil
Ya pasó el susto, Luisa: alguien se apiadó de nosotros y apagó la luz. Nuestras noches vuelven a la paz de siempre. Otra cosa son los días.
Publicar un comentario