Tengo una tía (la tía P.) que ha sido mi precursora en la vida: soltera, sin hijos, funcionaria, viviendo sola, con sobrinos, con la hipoteca pagada, con la pensión asegurada. La diferencia es que ella ya está jubilada y yo no.
La vida de la tía P. me sirve para reflexionar sobre mi propia vida.
Pienso en la época en que la tía P. tenía, más o menos, mi edad actual: 1990. Pienso en los ingresos que tendría en aquella época la tía P., cuando aún le quedaban unos 20 años para jubilarse. Supongamos que ganara 100 y que gastara 70 en vivir. De los 30 que le sobraban ¿cuánto debería ahorrar y cuánto debería dar a los pobres?
Es fácil decir: "¡debería dar los 30 a los pobres, pues tiene la pensión asegurada y tiene sobrinos y sobrino-nietos que cuidarán de ella!". Fiarse de Dios, vaya, como los lirios del campo y los pájaros del cielo. El razonamiento es bueno mientras la vida de jubilada le vaya bien: su pensión es 70, que le permite vivir sola dignamente mientras tenga salud. Pero ¿qué pasa si en el futuro tiene una enfermedad? ¿Qué pasa si necesita unos cuidados o una residencia que cuesten 20, cuando ya no puede ahorrar? ¿Podía fiarse ella de sus sobrinos? No. ¿Puedo fiarme yo de los míos (aún niños) y gastar los 30 en los pobres? Creo que no.
Hay dos soluciones extremas. Dar 30 a los pobres. Exige mucha fe. Dar 0 o 0,1 a los pobres y ahorrar 30 o 29,9. No creo que a Jesús le pareciera bien.
¿Es una solución correcta dar el diezmo del que habla el Antiguo Testamento (10, en este caso)?
¿Hay que hacer depender la respuesta de lo mal que vaya la situación económica a tus conciudadanos (número de pobres y de parados) o de lo loco que esté el Ministro de Seguridad Social en cada momento?
¿Se puede ahorrar mucho (por si acaso) y dejar parte de esos ahorros en tu testamento a los pobres?
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12 comentarios:
Pues no sé qué decirte. Casi estaba por decirte que me lo dieras a mí (a los pobres)
Yo creo que el razonamiento aún es muy frío. Hay que atacar por otro lado.
Hay que buscar, recordar y encontrar (seguro hay) alguien que te conmueva a ayudar (lo viste alguna vez pidiendo en el tren, o es una institución de la cual leíste y te pareció magnífica).
Luego contactarse con él o ellos y ver qué ayuda necesitan. Creo que así y con otras cosas, saldrá la respuesta de cuánto dar, que es quizás lo menos importante.
Pero nos aseguramos de dar por caridad.
Se puede ahorrar poco o nada pero tampoco hay que apegarse a los bienes materiales, que a las buenas sólo aportan confort y a las malas traen grandes quebraderos de cabeza.
La tia P. ha hecho lo que ha podido.Como todos.
A mi, personalmente, me gusta colaborar mensualmente, como quien paga una hipoteca, me gusta hacerlo via banco para no poderme excusar a la hora de tirar de la billetera. Me parece que mi aportación, por pequeña que sea, sumada a otras muchas, es una ayuda.
Y bueno, ya Dios me juzgará :)aunque la intención es lo que cuenta.
Besos Fernando
Yo, desde luego, no me fío un pelo de mis queridos sobrinos, pero siento decirte que Jesús lo de los lirios del campo lo decía muy en serio.
Tal vez el consejo del apóstol Pablo sea adecuado para dar: “Cada uno debe decidir en su corazón cuánto dar; y no den de mala gana ni bajo presión, porque Dios ama a la persona que da con alegría. Y Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá bastante que compartir con otros.” (NTV)
Por cierto, no tengo tías ni tíos, menos sobrinos…así es que a esperar en Dios nada más.
Páterfamilias, tú sabes que la solidaridad empieza entre nosotros, los amigos. Eso es así.
Juan Ignacio, el razonamiento es frío pero el problema es caliente en mi corazón, perdona la cursilada. Y, sí, Dios nos habla a través de la gente concreta que nos pide o de las instituciones concretas que nos solicitan ayuda. Al menos en mi caso, nunca me he sentido culpable por no dar mucho, en abstracto, pero sí por no dar 1 € a alguien que me pidió por la calle.
Luisa, lo del banco es una gran cosa, es como una hipoteca mensual para comprar un puesto en el cielo, perdona la zafiedad de la comparación. Y sí, Dios nos juzgará por esos € que hemos desperdiciado en vez de darlos a quien los necesitaba: pero confío en que sea benévolo y vea la intención que tú citas.
Inmaculada, en mi vida lo he visto muchas veces: yo no llegaba a las cosas pero la Providencia de Dios ha puesto lo que faltaba, milagrosamente. En mi vida he visto que es cierto.
Ojo Humano, traes una frase que siempre me ha gustado mucho. Y sí, si no tienes sobrinos has de fiarte directamente de Dios, eso es algo grande, creo.
Buenos días Fernando. ¿Te fías de Dios?...na, en serio, ¿te fías de Dios, vale, vale, pues templa la prudencia. La situación a mi alrededor es tan extrema Fernando, que vivo con tres dígitos y jamás se ha agotado mi alcuza. Mi alegría es plena cuando digo al que me pide 'no tengo más'. Si mañana me jubila mi mayor mendigo (el Jefe) y la palmo, a mis cabr&%cetes sobrinos los pasmo; ¡Cómo vivía el tío de bien, que se lo gastó todo!
Un abrazo.
NIP, ojalá yo tuviera esa fe tan grande y no estuviera siempre con mis prudencias. En un funcionario todo tiene aún menos disculpa. Ojalá yo algún día pudiera decir también "no tengo más" (y fuera verdad, claro).
He podido juntar para pagar hacienda y eso que uno se ha desmadrado tres veces lo del año pasado, si te digo cómo, es providencial, poco a poco ve soltando y verás que Dios nunca abandona. Un abrazo.
Es grande tener tanta fe, NIP, gracias.
Difícil dilema en un mundo egoísta.
Eso de "Dios proveerá" se sabe que es así, también ayuda el que uno se acomode a lo que tiene o deje de tener.
Con mi marido no tenemos grandes ahorros y las pensiones siempre son chicas cuando se agigantan los gastos médicos y pienso mucho en la vejez.
Como vez, no tengo respuesta a una pregunta que me hago seguido.
Gracias, Alemamá. Para mí es un tema importante, al que doy muchas vueltas, sobre todo en estos tiempos en que hay tantas desgracias en España. Quisiera tener mucha fe, como NIP, pero para mí es un tema difícil.
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