Leo "Hasta la cumbre", del padre Pablo Domínguez.
Ya conté la historia del libro. El padre Pablo Domínguez, 43 años, sacerdote de Madrid, decano de la Facultad de Teología, profesor de Alejops, fue en febrero de 2009 a dar un retiro a unas monjas trapenses en Navarra. Al acabar los ejercicios se fue a escalar el Moncayo, tuvo un accidente y murió. Este libro es la transcripción de las 3 homilías y las 8 meditaciones que dio a las monjas.
Lo que más me gustó del libro es que da una visión alegre de la fe, compatible con recordar la necesidad de que cada uno cargue con su cruz. Esto se ve en dos pasajes, ambos en la meditación 2, sobre la tentación. Anima a fiarse de Dios, de la acción del Espíritu Santo: si uno sólo confía en si mismo y en sus fuerzas al final la vida es muy aburrida, repetitiva. Pero si uno acepta que, día a día, Dios (y en concreto el Espíritu Santo) entre en su vida, haga milagros en su vida, los días pasan a ser imprevisibles y a tener emoción. Y lo mismo hablando de la tentación, la tentación no es una gran desgracia que nos toca aguantar sino la posibilidad de volver a decir sí a Dios, una vez y otra: decía a las monjas que sería un aburrimiento que uno dijera sí a Dios al entrar en el convento u ordenarse sacerdote y que esto ya valiera así para siempre, no, esto tenía que renovarse una y otra vez, siempre que viniera la tentación.
Me gustó en la meditación 5, sobre la muerte, un chiste que le contó un niño en plena confesión. Para entrar en el cielo hay que tener 1.000 puntos. Muere uno, muy contento por sus méritos, y San Pedro le va preguntando qué ha hecho, "ir todos los días a Misa" "0,25 puntos" "rezar todos los días 3 Rosarios" "0,40 puntos" "flagelarme" "0,10 puntos", cuando el difunto se agobia y ve que nunca va a llegar a los 1.000, dice que o Dios le echa una mano o nunca lo logrará, en ese momento es cuando el marcador llega a los 1.000.
Me pareció genial en la meditación 10, sobre la comunión de los santos, la comparación de la Iglesia con los montañeros que van encordados en su escalada. Unos tiran de otros, no se puede ir ni demasiado lento ni demasiado deprisa, sino al ritmo de los demás. Explicó que cuando las cosas son fáciles el más fuerte va delante, arrastrando, y cuando son difíciles va detrás, vigilando que nadie desfallezca, y que los fuertes de la cordada de la Iglesia son Jesús y María, así que todo va bien al final [sobrecogedor, claro, que 48 horas después de decir esto él fuera a morir encordado en una escalada, en la montaña cercana].
El libro concluye con la homilía que el Arzobispo de Madrid, Cardenal Rouco, dio en su funeral en la Catedral, días después del fallecimiento. Ahí leyó una carta que el difunto había mandado a otras monjas de clausura, donde les recomendaba ver cada día de su vida con los ojos que tendrán cuando se estén muriendo, dar importancia a lo que en ese momento la tendrá y quitársela a lo que no la tendrá.
miércoles, 27 de enero de 2010
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5 comentarios:
Me gusta esa meditación 5. Muy buena. Y por supuesto la 10. Como dices, sobrecogedora.
Saludos y disculpa mis prolongadas ausencias que tienen una explicación académica, jeje
Me sobresalté con lo del padre Pablo....de inmediato pensé en MI padre Pablo..... también deportista, pero no escalador ni buceador, ni surfista, por suerte
Explicó que cuando las cosas son fáciles el más fuerte va delante, arrastrando, y cuando son difíciles va detrás, vigilando que nadie desfallezca, y que los fuertes de la cordada de la Iglesia son Jesús y María, así que todo va bien al final [sobrecogedor, claro, que 48 horas después de decir esto él fuera a morir encordado en una escalada, en la montaña cercana].
Y uno podría decir: "todo no fue bien al final". Más no lo sabemos, quizás esto era lo que tenía que pasar, Jesús y María manejan cuerdas que no conocemos.
Por lo que cuentas es un libro magnífico para hacer oración. Lo buscaré. ¿Será dificil encontrarlo?
Así es, Ramón, hubo una serie de coincidencias realmente tremendas, sobre todo la que señalé de la cordada, que dijo que si uno caía caían todos, como le ocurrió a él. Me alegro de tu vuelta, pero lo 1º es el estudio, claro.
Siento lo del susto, Alemamá, y espero que la vida de tu padre Pablo sea tan densa como la de este hombre, y que a los 44 años pueda dar un retiro tan bueno como éste.
Juan Ignacio, viéndolo humanamente uno puede pensar que sí, que las cosas no salieron bien: por lo que dicen los que lo conocieron (por ejemplo, Alejops, alumno suyo) él debía ser un sacerdote "prometedor", muy listo y muy snto, que podría haber llegado a gran teólogo o a gran obispo; pero es posible que esto sea lo mejor, yo no lo sé, los caminos de Dios sólo son comprensibles a largo plazo.
Muy fácil, María Jesús: en la librería San Pablo, en Jacinto Benavente. El libro es muy cómodo de leer, muy claro, y a veces te ríes, lo que nunca está mal.
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