Días de velocidad en mi vida, de ocurrir demasiadas cosas por minuto.
Hay un problema en el cambio de las tuberías de la casa, soy el presidente de la Comunidad, hay que hablar con el administrador, hay que hablar con el arquitecto, hay junta urgente, voy atemorizado, como siempre, pero todos los vecinos muestran un buen juicio asombroso. Hay que organizar las visitas a la Semana de la Ciencia. Hay que buscar un abogado con urgencia, a una compañera con cáncer la quieren imponer la invalidez, eso no puede ser, parece que todos los abogados de Madrid están saturados de trabajo y nadie te recibe. Al final ¿estaban seguros los ahorros en el banco antiguo, lo están en el banco nuevo, conviene llevarlo todo al Tesoro público? Hay que montar un cumpleaños, 10 o 12 personas, un cumpleaños sorpresa, según la gente va confirmando un día a los nuevos les viene mal, y la fecha que les viene bien a los nuevos les viene mal a los primeros. Hay que tener una bronca con una de las hermanas, nadie se atreve a hacerlo. Hay que hacer una reclamación en la oficina, todos nos hacemos trampas unos a otros. Hay que ...
Días sin paz, sin cabeza clara ni para el blog, ni para el Catecismo, ni para el Quijote.
Sí, ya lo sé: qué frivolidad, todo esto es nada y menos que nada, comparado con los 200.000 señores que van al paro cada mes, con el cáncer de mi compañera, con la monja española que ha perdido los pies por una bomba en el Congo. Nada y menos que nada. Pero cada uno siente las cosas como suele ser su vida, y acostumbrado a ir a 20 Km/hora, me da vértigo ir a 100 Km/hora, el coche va demasiado deprisa y siento que en cualquier momento se puede estrellar.
martes, 4 de noviembre de 2008
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5 comentarios:
te comprendo por estos días en que la agenda me la han impuesto las circunstancias....en fin, eso se puede ofrecer ¡por el África subsahariana! con la pobre monja inclusive.
es normal. cada uno tiene un ritmo de vida y unas necesidades cubiertas. cuando el ritmo se altera se nota, y cuando las necesidades se cubren dejamos de pensar en ellas y subimos de nivel a por nuevas necesidades. Y no comparamos nunca con los que son más desgraciados y desdichados que nosotros a no ser que se encuentren en un ámbito cercano. Quizás por eso ahora nos solidarizemos con los parados que está trayendo esta crisis, pues casi todo el mundo conoce de alguien que ha tenido que irse a la calle.
Te comprendo porque mi ritmo es lento y me veo obligada a acelerarlo continuamente. Es una buena idea la de Alemama, me la apunto
Ánimo, siempre que las cosas se aceleran, es porque en algún momento tendrán que bajar la velocidad.
Todo se pasa.
uhhhhh!!!!! a todo lo que cuentas de tu apretada agenda hay que sumarle las complicaciones en el tránsito!!!
Suerte con los caños y con todos los trámites
Besos
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