martes, 11 de noviembre de 2008

Agua estancada

A veces veo mi alma como estas fuentes que hay en los parques, en las que continuamente cae un chorro desde un surtidor. El agua que cae es la gracia de Dios, y sería fácil dejarla correr ("Mi yugo es suave"), y que todo (la caridad, la Misa diaria, la oración) saliera bien. Sin embargo, van cayendo hojas en el desagüe de la fuente, de la vida, por lo que el agua deja de correr y se estanca: empieza a oler mal. Cuando esto ocurre, le pido a Dios que destapone el desagüe y que el agua vuelva a ser corriente, clara.

...

Cuando uno no tiene una vida normal, cuando uno no se ha casado ni ha tenido hijos, tiene que cuidar mucho sus relaciones con los demás. Es verdad que uno tiene familiares, amigos y conocidos que le quieren y uno les quiere a ellos, pero aún así hay que tener cuidado con los brotes de egoísmo o de paranoia.

Uno de mi oficina se jubila y da una copa de despedida. Mi primera reacción, rara, es "No vayas, no tendrás nada que hablar con nadie". Con gran esfuerzo y ayuda de Dios le echo valor, bajo, y lo paso bien: incluso gente con la que no he tenido mucho trato se me acerca, se interesa por mis temas, es amable conmigo. Salgo contento.

Hay que tener cuidado, hay que rezar por los demás, hay que hacer cosas por los demás, estar disponible para ellos.

9 comentarios:

Unknown dijo...

Qué buena reflexión, Fernando, ojalá todos sepamos aplicarla y así, que ese agua cristalina pueda saciar la sed que tenemos y dejarla correr siempre evitando la basurilla que la obstruye.

Un abrazo.

AleMamá dijo...

Muy buena imagen de la gracia de Dios que hay que "ventilarla" para que de mejores frutos.

Un consejo oficioso: no te separes ni aísles de las personas. Tienes mucho que dar, aunque sea prestar oídos a tanta soledad que hay por ahí, y uno lo pasa bien cuando menos lo espera.

Un abrazo

Juan Ignacio dijo...

Fernando,

tu imagen inicial me recordó a Santa Teresa de Avila así que busqué los textos y los encontré.

Fijate, esta en Las Moradas, Moradas Primeras, Capítulo 2:

Yo sé de una persona a quien quiso nuestro Señor mostrar cómo quedaba un alma cuando pecaba mortalmente. Dice aquella persona que le parece si lo entendiesen no sería posible ninguno pecar, aunque se pusiese a mayores trabajos que se pueden pensar por huir de las ocasiones.
Y así le dio mucha gana que todos lo entendieran; y así os la dé a vosotras, hijas, de rogar mucho a Dios por los que están en este estado, todos hechos una oscuridad, y así son sus obras; porque así como de una fuente muy clara lo son todos los arroyicos que salen de ella, como es un alma que está en gracia, que de aquí le viene ser sus obras tan agradables a los ojos de Dios y de los hombres, porque proceden de esta fuente de vida, adonde el alma está como un árbol plantado en ella, que la frescura y fruto no tuviera si no le procediere de allí, que esto le sustenta y hace no secarse y que dé buen fruto; así el alma que por su culpa se aparta de esta fuente y se planta en otra de muy negrísima agua y de muy mal olor, todo lo que corre de ella es la misma desventura y suciedad.


Te ha salido un post muy personal y verdadero. Me siento identificado; esto por lo que te esforzás es también una de las cosas que más esfuerzo me demandan; y es necesario por más que uno esté casado y con hijos.

ALMA dijo...

Me gustó como remataste el post, con eso de estar disponible para los demás..eso habla de tu generosidad.

Un beso, Fer

Fernando dijo...

Yeste, me gusta la palabra basurilla, es verdad que a veces es eso, una pequeña basurrilla, lo que nos separa de Dios.

Alemamá, gracias por tu consejo; empecé a aplicar tu recomendación de rezar no sólo por España, sino por el propio Zapatero. A ver si hace efecto.

Juan Ignacio, qué buen párrafo, gracias. Leí ese libro y su autobiografía hace 4 años, cuando mi familia estaba pasando unos momentos muy duros. La lectura me hizo mucho bien, me calmó, pero parece ser que no me dejó mucho poso, pues si no llegas a poner la fuente no lo habría podido reconocer. Gracias !!!

Alma, eres muy bondadosa en tu comentario, porque mi párrafo no significa que yo esté disponible, sino que siempre querría estarlo.

Anónimo dijo...

Es curioso, estas imágenes con las que vemos o intentamos expresar la vida del alma, y la acción de la gracia en ella. Yo también he pensado a veces en ese tapón, es una sensación casí física, pero mi tapón parece que funciona al revés. Digamos que me veo como un recipiente, como un cacharro en el desierto, que va recogiendo el agua gotita a gotita, la que trae el rocío por ejemplo...
Pero hay algo, algo que parece que me supera, que cada vez que me doy con ello es como si quitara el tapón del recipiente y perdiera toda el agua de golpe, hasta la última gota.
Supongo que la imagen es deudora del "Y dejáronme a Mí, que soy fuente de agua viva y fabricáronse cisternas quebradas en que el agua no para" que dice Jeremías; pero sí, esa sensación, casi física, del agua que se escapa... es tremendo. Y hay que volver a poner el tapón y esperar que vuelva el rocío, y así una y otra vez.
O igual de lo que se trata es de olvidarse del recipiente... Mira que he oído veces lo de las cisternas quebradas ("yermas del mismo bien que prometen", dice Fray Luis)y nunca se me había ocurrido relacionarlo con ese tapón, y ver que igual lo que hago -o pretendo hacer- no es sino cementar, una y otra vez, las grietas de la cisterna... Me dejas pensando.
Muchas gracias.

Fernando dijo...

Gracias a tí, Cristina: no conocía tus citas, que me parecen muy profundas.

Mi percepción de mi alma como agua corriente creo que es espontanea: aunque leí hace años el libro que cita Juan Ignacio, Las moradas, desde luego no recordaba el párrafo que él cita, también muy profundo, como los tuyos.

Nunca se me ocurrió comparar el alma con algo que se va acumulando, aunque sea el agua. Pero creo que en tu comparación y en la mía hay un fondo común: parece que todo debería ser fácil, pero luego hay algo (un tapón o "basurilla", que decía Yeste; una grieta o un tapón mal puesto) que estropea todo, no se sabe por qué.

Cuídate.

Fernando dijo...

Ah, Cristina, y otra coincidencia entre las dos metáforas, que se me ocurrió luego, dando vueltas a tu respuesta: la gratuidad:

-la fuente no hace nada para que el agua caiga en ella, basta con no tapar el desagüe;

-el cántaro no hace nada para que la lluvia caiga en él, basta con no tener grietas.

Anónimo dijo...

Que la gracia es gratis fue uno de mis grandes descubrimientos; que ya sé que es como descubrir el mediterráneo, pero da igual: todos los que lo ven por primera vez, lo descubren.
Que siempre es gratis e inmerecida es de las cosas que más claras tengo.
Y que no la ganamos, pero sí la perdemos.
Muchas gracias, Fernando, muy atento.