domingo, 16 de noviembre de 2008

Novelas de caballería

En plena lectura del Quijote, voy a una estupenda exposición en la Biblioteca Nacional sobre el Amadís de Gaula y las demás novelas de caballería. Fueron éstas los bestsellers durante varios siglos, en Europa y (tras el Descubrimiento) en América. Comenzaron siendo historias sencillas, tipo las aventuras del Rey Arturo, y según pasó el tiempo se fueron complicando, incluyendo aventuras dentro de las aventuras, metiendo personajes mágicos o aventuras en otros mundos. Al igual que nuestras novelas en que unas continúan a otras, como las de Harry Potter, así en aquellas el héroe tenía un hijo, que en otra novela posterior era el protagonista principal, que a su vez tenía otro hijo: en un mural gigantesco, la Biblioteca explica el árbol genealógico del principal héroe, Amadís de Gaula, lleno de ramas y de subramas, desarrolladas en varias novelas.

La exposición es también muy interesante por la tipografía: desde los primeros ejemplares, escritos a mano o en letra gótica muy densa, sin separar párrafos, sin ilustraciones, se va viendo la evolución hasta llegar a maravillosos ejemplares franceses, de letra clara como la de nuestros libros, con ilustraciones delicadísimas. La exposición incluye una curiosa novela de caballerías editada en hebreo, en Constantinopla.

Hay paneles donde se cuentan anécdotas que demuestran el éxito de estas novelas. Llegó un gran señor a su casa y se encontró a su esposa, a sus hijas y a sus criadas, todas llorando. Se asustó y preguntó que qué desgracia había ocurrido. La esposa, llorosa: "Pues señor, ¡hase muerto Amadís!", mientras le enseñaba el libro.

Hay una zona bien interesante, dedicada a América: lo que los descubridores españoles iban viendo les parecía tan maravilloso que sólo podían compararlo, en sus crónicas y en sus cartas, con lo que habían leído en los libros de caballería. Y, en concreto, uno de ellos, al descubrir lo que ahora es la provincia argentina de Santa Cruz, se encontró con unos indios gigantescos, muy amables, que le recordaron a un gigante de una novela de caballerías que había leído: el gigante Patagón. Por eso, les llamó "patagones", y de ahí la actual Patagonia.

Concluyo: la obra expuesta que más me conmovió fue un "original de imprenta", un libro ya hecho en imprenta, usado para correcciones y para la censura previa de la Inquisición y el Consejo Real: si te fijas, ves las palabras corregidas, las letras tachadas, las señales del corrector, y en un margen, junto a algo tachado, escrito por mano de alguien que ya murió hace mucho, la palabra "caualleros", que había que incluir en el texto.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Buena visita la que hiciste. También a mi me hubiera gustado, debe ser interesantísimo estar rodada de viejos ejemplares que además te van enseñando su propia evolución a lo largo de la historia.

Buena forma de invertir el tiempo, sí señor.

Un abrazo.

Yeste.

Ramón_Lozano dijo...

Qué curioso lo de la Patagonia. Nunca se me habría ocurrido algo así. Gracias por la información.

un saludo

Juan Ignacio dijo...

Algo había escuchado del nombre de la Patagonia. Los Patagones son también llamados Tehuelches. Y no sé si conoces a Patoruzú, legendario personaje de historieta argentina, que es un cacique tehuelche.

Fernando dijo...

Gracias, Yeste, no sólo lo pasé bien sino que salí un poquito más culto.

Me pareció divertido, Ramón: pero incluso estaba la novela de caballería donde sale el gigante, abierta por esa página.

Gracias por la aclaración, Juan Ignacio: yo pensaba que era un nombre anterior al Descubrimiento, así que me quedé muy sorprendido.