Comentábamos ayer que el día de San Ignacio empezó con grandes señales. Hoy decimos que siguió con un gran milagro: me anunciaron que mi Archienemiga de la oficina se traslada a otra Administración Pública, así que es posible que no la vuelva a ver nunca más, hasta el día del Juicio Final.
Gracias a Dios, a mis 42 años puedo decir que ha habido muy poca gente en mi vida que haya sido mala conmigo de una forma innecesaria y cruel. Quizá, 3 o 4 personas en todos estos años. En todos los demás casos, con el paso del tiempo he comprendido por qué la gente hizo cosas que me perjudicaron, les he disculpado y, de alguna forma, les he perdonado: probablemente yo, en sus circunstancias, sin ser cristiano, hubiera hecho lo mismo. Hay 3 o 4 excepciones, y sobre todo la de mi Archienemiga, que fue jefa mía, y se comportó muy cruelmente. Siempre que leo Mateo 18,23-35 me siento incapaz de perdonarla, sea lo que sea perdonar a los demás. En este resentimiento ha influido mucho, por supuesto, el miedo, el miedo a que volviera y volviera a complicarme la vida; el miedo y el seguir viéndola por los pasillos, es más fácil perdonar cuando la gente desaparece de tu vida y se pierde en tu pasado.
Así que mi Archienemiga se va, y como decimos en España, “A enemigo que huye, puente de plata”. La distancia y el fin del temor a que vuelva a tener poder sobre mí contribuirán, sin duda, a que aquellas viejas faenas se vayan borrando, y que cuando vuelva a leer Mateo 18,23-35 no me sienta incapaz de cumplir el consejo de Jesús.
viernes, 1 de agosto de 2008
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4 comentarios:
Te ha dado una mano... (Él, digo).
Juan Ignacio, como siempre, de continuo, hasta el final. Si no fuera por eso, ...
Releo y pienso que más que "consejo" es un "mandamiento". Palabras fuertes para cuestiones importantes.
? Como se llama tu Archienemiga ?
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