Voy por curiosidad (evidentemente, mi reino no es de ese mundo) a un mitin del partido de Rosa Díez, UPD, en un colegio público de un barrio lejano de Madrid. Todo tiene el encanto de los inicios, así debió de ser todo en la primera campaña tras la muerte de Franco, en 1977. El mitin es en el gimnasio del colegio, casi huele aún a sudorcillo de los alumnos: el attrezzo son unas sillas incomodísimas de madera, una mesa de ir al campo cubierta con un paño, un atril como del Ikea, tres o cuatro póster con el DNI de la candidata y un equipo de sonido de andar por casa.
Público: veinte señoras mayores del barrio, un grupo de chicos jóvenes entusiastas, tres o cuatro personas normales y yo.
El mitin empieza puntual: no va el escritor Álvaro Pombo, candidato al Senado, que sin duda nos habría hecho reír. Habla primero el candidato número tres al Congreso: es una vergüenza que los padres en Cataluña no puedan educar a sus hijos en castellano, cuenta su propio caso con la guardería de su hijo, a todos nos indigna; suelta dos o tres ideas ingenuas sobre cómo hacer que baje el precio de la vivienda y concluye con una ración de laicismo absolutamente improcedente, teniendo en cuenta el público presente.
Le sigue un profesor que habla de educación, y que dice la frase más aplaudida de la tarde: una bobada (por la Ley de Educación del PSOE) que se financia no por eso pasa a ser algo inteligente, sino sólo una bobada financiada. Pide que la educación vuelva a ser competencia del Estado y que se vuelva a separar a los chicos burros de los listos. Más aplausos.
La estrella de la tarde, claro, es Mikel Buesa, candidato número dos al Congreso. Habla de terrorismo, y dice con toda calma una frase tremenda: cuando ETA mató a mi hermano ... Salta luego a la economía, y da unas pocas soluciones sencillas para todo.
Turno de preguntas, donde se ven dos cosas: que los que preguntan (las tres o cuatro personas normales) se preocupan ante todo de lo suyo (“¿Lleváis algo en vuestro programa para los profesores interinos de Primaria en la periferia de Madrid que llevan 7 años en el puesto y que no pueden consolidar?”) y que los oradores aún están muy verdes para improvisar, no sé si les va a dar tiempo para madurar.
Al salir, paseé por la noche templada.
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