En Misa el sacerdote dio la gran noticia: la noche anterior había muerto el pobre que llevaba años pidiendo en la puerta de la iglesia. Le llamó por su apodo. Fue una muerte terrible, congelado en el parque que hay junto al edificio. El sacerdote aclaró que los servicios asistenciales de la parroquia habían intentado ayudarle varias veces, llevarle a un refugio, sin éxito. Pese a ello, me quedé muy intranquilo: pensé que éramos responsables ante Dios por esta muerte, que no era algo inevitable, que de haber hecho todos algo -no sé qué- esto no habría ocurrido.
Mi escrito no puede reflejar el drama. Era, ante todo, alguien conocido, a mí me trataba de "señor". Y ocurrió muy cerca de mi casa: yo había cruzado el parque unas horas después de ocurrir el hecho, camino de la biblioteca, y volvería a cruzarlo tras la Misa, camino de la estación.
Anduve mucho rato, confuso. Necesitaba encontrar las preguntas correctas, no las respuestas sino las preguntas que reflejaran la gravedad del tema. Desde luego, la pregunta correcta no era "si le hubieras dado limosna el día antes ¿se habría evitado la muerte?", pues está claro que no: aunque el día antes le hubiera dado 10 € habría muerto igual en el banco del parque, porque con eso no se paga una pensión. Tras mucho pensar concluí que las dos preguntas correctas eran éstas:
-¿Hice por este hombre todo lo que pude durante todos estos años? (por ejemplo, charlar un rato con él para saber cómo le iba la vida).
-¿Cuánta gente cercana a mí está en riesgo de congelación (y no lo digo en sentido literal, sino metafórico) y yo paso del asunto?
La respuesta es dura en ambos casos.
jueves, 12 de diciembre de 2013
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8 comentarios:
Me he quedado mirando la pantalla, pensando en escribir algo que refleje mi sentimiento al leer tu post
No se me ocurre nada, solo siento culpa, porque muchas, muchas veces he pasado de largo por situaciones similares, quizás encuentre un poco de consuelo rezando por esas almas.
De cualquier modo, como hubiese evitado esa o todas las muertes en similares situaciones??? llevando a un lugar abrigado con una cama comoda y comida al que no quiere??? avisando a las autoridades??? dándole algo de dinero?? Hace unos días pregunté a un sacerdote si en su Parroquia había personas en situación de calle en esas noches/días helados y me dijo NO. No porque no sabía o porque no se preocupaba??
Me siento confundida. Gracias por hacerme reflexionar
Tremendas preguntas.
Espero que la respuesta sea la correcta y te ayude a ser más como Cristo, que -por cierto-dijo que siempre habrá pobres entre la iglesia, tal vez por lo que te ha sucedido.
Dios nos ayude. Hay tanto que tenemos que aprender todavía, estamos vivos.
Te agradezco la forma que lo escribes.
Es muy triste por todo ello, Alma: porque no hablo de un pobre en abstracto, sino de alguien a quien conocí, y porque al mismo tiempo siento que no pude hacer nada y que debí hacer algo. Un drama.
Bueno, Ojo Humano, es claro que Cristo habría metido al pobre en su casa, cosa que yo no haría ni loco. En realidad, yo no sabía que viviera en el parque, pero de haberlo sabido tampoco le habría invitado a casa, eso es así.
De acuerdo, Fernando.
Buenos días Fernando:
Amanece ya, de hoy hasta que me quede frío no volveré a dar nada a nadie, sino Todo, me daré esta nada de mi yo por completo.
Y como es tgradición en estos duelos; 'El Deportivo líder, va bien la cosa...'
Un abrazo.
Gracias, Inmaculada.
Ay, NIP, nuestra naturaleza es pecadora, si ya nos cuesta dar 2 € imagínate darlo Todo. Y ¡¡ese Osasuna!!, que paró al Madrid como en su día al Barça, no todos pueden decir lo mismo.
En mi antigua parroquia había un par de vagos que la tenían por morada en sus corredores. Durante los inviernos duros muchos tratamos de sacarlos a un lugar más adecuado y el párroco infinitas veces les consiguió amparo en el Hogar de Cristo, una ONG católica y ellos sistemáticamente se negaron. Hay personas así, que prefieren su libertad aunque los lleve a la muerte. Quizás el vago de tu barrio no sea de esos, pero también hay que perdonarse de no ser capaz de solucionar todo el mal e injusticia del mundo.
Sursum corda!
A mí también me ha impactado esta experiencia que nos compartes. Hace tiempo que me doy cuenta que las ciudades devoran lo que se les ponga al paso, incluso la conciencia. Cada vez es más difícil saber si te encuentras ante una necesidad real, si estás ayudando o empeorando las cosas. Nadie se conoce y la desconfianza siempre tiene un puesto privilegiado en nuestras vidas, los medios de comunicación se encargan de que así sea. Pienso que lo peor no es que no hagamos nada individualmente, sino que no lo hacemos como colectivo, el individualismo campa a sus anchas incluso entre los cristianos. Saludos cordiales, Olimoneuvi
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