Voy a una conferencia cuaresmal sobre la oración. La da un jesuita.
Define la oración como "mirar a Dios que nos mira". Dios siempre nos mira pero nosotros lo olvidamos. En la oración volvemos a ser conscientes de su mirada.
Dos formas de orar tomadas de los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola:
-estar mucho tiempo contemplando un pasaje concreto del Evangelio, buscando qué me ha querido decir Dios a mí con ese texto; meterse en la escena, ser uno más.
-dedicar mucho tiempo a pensar en cada palabra de las oraciones vocales: ¿por qué "Padre"?, ¿por qué "nuestro"?, ¿qué es que Dios "está"?, ¿qué son "los cielos"?
Y un consejo: convertir el examen de la noche en un nuevo rato de oración, hablar con Dios sobre lo bueno y lo malo del día.
Nos dijo que hubo una encuesta sobre la oración: rezamos mucho a Jesús, mucho a la Virgen María, bastante a los santos, poco a Dios Padre, poco al Espíritu Santo.
miércoles, 25 de febrero de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Que hermoso post, muy acorde a la Cuaresma, que casualmente hoy hablaba con un amigo, lo olvidada que está en este mundo alocado.
La encuesta me sorprendió, nunca se me hubiese ocurrido.
Pues mira, yo suelo usar eso de contemplar escenas del Evangelio y poner en la piel de alguno de los personajes.
Efectivamente, el Espíritu Santo es el gran olvidado.
A mí tampoco, Alma, me pareció algo importante porque a veces es verdad que no damos importancia a lo que tiene importancia.
Es un buen método, Paterfamilias, pues si no podemos leer el Evangelio como quien lee una novela o un libro de historia.
Pobre Espiritu Santo. Me consuela pensar que los tres son un sólo Dios. ¿Vale eso?
Besos, muchos.
Publicar un comentario