viernes, 27 de febrero de 2015

Nuestro hombre en La Habana

Leo con mucha risa la novela Nuestro hombre en La Habana, de Graham Greene.

(No leas este post si vas a leer el libro.)

Cuenta una historia muy divertida. Antes de la llegada de Castro y los comunistas, el servicio secreto británico contrata como espía a un inglés, un vendedor de aspiradoras, que vive en La Habana. El buen hombre comprende que es una gran ocasión de sacar dólares: se inventa una red de espías y hace informes falsos. Dibuja las piezas de una de sus aspiradoras y la manda a Londres como si fuera el plano de una instalación secreta. Todo se complica cuando alguien (¿la policía cubana?, ¿los comunistas?, ¿los americanos?, ¿los rusos?) interceptan los mensajes, se los creen y empiezan a matar a los falsos espías.

Graham Greene era famoso cuando yo era niño, hace 100 años, porque era un católico convertido que criticaba a la Iglesia Católica. Esto, en aquella España, era algo muy escandaloso. En esta novela ya se ve una muestra: la hija del espía es católica, y aunque el personaje sea -en general- admirable, se vuelve ridículo cuando habla de la muerte o cuando hace prácticas piadosas tontas. Supongo que esto en su momento fue algo muy excitante para mucha gente, y que incluso si una novela policial salía mala -no es el caso de ésta- se podía salvar mezclándola con una parodia de la religión.

4 comentarios:

ALMA dijo...

Me encanta el post, Fer.

Por favor seguí leyendo a G. Greene y contando,lo haces de una manera muy amena.

Buen finde!!!

ojo humano dijo...

Leí hace algún tiempo "El poder y la Gloria", encontré que es un autor interesante.
Espero que tus lecturas te alegren la vida, te ayuden a disfrutar de la Presencia de Dios y te den ese placer misterioso e irreemplazable que solo se encuentra en un buen libro.
Un abrazo.
Disfruta.

javier dijo...

Un converso que critique a la Iglesia será siempre escandaloso.

Fernando dijo...

Gracias, Alma, ahora comienzo El americano impasible, a ver qué tal.

Este libro me divirtió, Ojo Humano: El poder y la gloria era tan amargo que me sorprendió el tono de risa de éste.

Por eso tuvo éxito, Don Javier: primero se convierte y luego se distancia, un hallazgo para los enemigos.