Paseo por el parque del Retiro. Según se va poniendo el sol voy viendo peor: las farolas son débiles. Dejo de reconocer las caras. Me angustio mucho.
Voy, ya de noche, a la Puerta del Sol. Las luces son potentes. Espero a un amigo. Veo bien los rostros, los voy definiendo: "chica fea", "vieja contenta", "hombre preocupado", "niña alegre", "señora normal". Quedo feliz, como el niño que comprueba que ya sabe nombrar las cosas.
lunes, 18 de noviembre de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
¡Qué susto!
Es extraño, todo tiene que ver con la luz que nos ilumina (es casi una parábola).
Por cierto, nuestras elecciones fueron pacíficas y resultó lo que se esperaba. Ahora habrá otra elección, en diciembre, para definir la presidenta. Ha sido un descanso volver este luneas a la tranquilidad de las calles sin los gritos destemplados de los propagandistas.
"Sra gooooooorda! si, si esa soy yo a la luz de la Puerta del Sol y bajo tu minucioso análisis.
Así lo pensé yo, Ojo Humano, sólo la Luz de Dios nos permite distinguir bien las cosas. Y sí, vi con mucho interés el resultado de las elecciones, a ver qué pasa ahora.
No seas humilde, Alma, que conozco las fotos de tu blog y sé que no eres gorda.
¿Y yo no estaba?
:)
Besos
Pós... ¡no me fijé, Luisa, jajaja!
"Detesto las penumbras", decía mi papá, y yo también. Me deprimen.
Publicar un comentario