Me gustó Nicolas Sarkozy cuando fue elegido en 2007.
Tras 14 años de François Mitterrand y 12 de Jacques Chirac parecía air
nouveau. Además, como ministro de Interior había sido un buen amigo
de España en la lucha contra ETA.
Pronto vi que era un farsante. Si había un atraco en Marsella ahí estaba él
para dirigir a la policía. Si había una huelga en una fábrica de Burdeos
aparecía él para dialogar con los huelguistas. Si un bosque de Alsacia ardía ya
estaba él dando órdenes a los bomberos. Todo esto era muy vistoso, pero uno no
elige a un Presidente de la República para detener atracadores, parar huelgas
ni apagar incendios. Los problemas de Francia seguían ahí.
Tampoco me gustó su vida personal. Ya en el Elíseo,
tras un juego de simulaciones, se divorció de su segunda esposa (Cecilia), se
buscó otra novia (Carla Bruni), se casó con ella y la dejó embarazada. No me
pareció muy serio en un señor de su edad y de su posición. Por eso, cuando poco
después hizo un discurso condenando Mayo del 68 y su influencia en la Francia
actual, me pareció chocante: él es el mejor ejemplo de ese afán de realizarse cumpliendo
los propios deseos, pasando de las ataduras de
la sociedad.
En fin, montó la guerrita colonial de Libia para
desquitarse de haber perdido influencia en Túnez. Ni siquiera fue capaz de
rematarlo él solo, tuvo que pedir ayuda a los norteamericanos. Cuánta miseria.
Vino la crisis económica, vino el golpe de Estado en
la Unión Europea, las decisiones dejaron de tomarse por los 27 Estados o por la
Comisión Europea, todo pasó a ser “Merkel
y Sarkozy han decidido…”, “Merkel y Sarkozy han dicho…”, “Merkel y Sarkozy
opinan…”. Los periodistas crearon un monstruo, Merkozy,
misterio bipolar formado por dos cuerpos y una sola alma: “Merkozy
ordena que…”. Pronto
descubrimos que, como en tantos matrimonios, la que en realidad mandaba era
ella. Francia perdió la calificación AAA que tenía desde 1975, ya Sarkozy había
dicho que si esto ocurría él era hombre muerto.
…
En las elecciones de ayer no le ha ido tan mal como
decían las encuestas: 9,4 millones de votos frente a sólo 10 del socialista
Hollande. La suerte de ambos en la segunda vuelta queda en manos de los 3,2
millones de votantes centristas, los 3,8 millones de comunistas y –sobre todo-
los 6,3 de la nacionalista Marine Le Pen, que ha tenido un resultado excelente.
2 comentarios:
Entre socialistas como esos y conservadores como esos, desde acá no se sabe cual es menos malo.
Por otro lado su vida privada no es un buen espejo donde mirarse; la de su mujer tampoco y es de desear que los que dominan al mundo sean ejemplares, pero "es lo que hay". Lo único bueno es la hija, dentro de todo.
Igual les pasa a los franceses, Alemamá: si el 20% han votado al Frente Nacional significa que algo va mal en el país.
Esperemos que acierten en la 2ª vuelta, dentro de dos semanas.
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